Admite provocar el incendio de La Atalaya y acepta la condena

Pilar Muñoz
-

Ha sido condenado a un año y ocho meses de cárcel, a una multa de 1.620 euros y al pago de los daños causados, así como el gasto de las tareas de extinción

Imagen de la casa rural donde se lanzó el petardo que provocó el fuego - Foto: Tomás Fernández

El hombre que provocó un incendio hace justo un año en una casa rural del parque forestal de La Atalaya acaba de confesarse culpable y aceptar la condena de la fiscal delegada de Medio Ambiente, según ha podido saber La Tribuna.

Fernando B. V., de 31 años, ha admitido el delito que se le imputaba, un incendio forestal por imprudencia grave, y ha aceptado la pena de un año y ocho meses de cárcel y una multa de nueve meses a razón de una cuota diaria de seis euros, esto es, 1.620 euros. También, se ha comprometido al pago de los daños causados por el incendio y gastos de su extinción.

La condena de dos años y tres meses de cárcel, que inicialmente pedían la fiscal delegada de Medio Ambiente, Arancha Vinuesa, y el letrado Cipriano Arteche, que ejerce la acusación particular en representación del Ayuntamiento de Ciudad Real, se ha rebajado a veinte meses de prisión ante el reconocimiento expreso del delito por parte del encausado y la asunción de la pena. El acuerdo de conformidad se suscribió el pasado 29 de junio, han indicado a este diario.

Fernando B. V. y un grupo de amigos alquilaron la casa rural conocida como Las Melias, en el parque forestal de La Atalaya, para pasar el último fin de semana de junio del año pasado. La tarde del 27, antes de regresar a su ciudad, en Castilla y León, lanzó un petardo contra el recinto turístico, provocando un incendio en un entorno privilegiado. Debido al viento reinante que soplaba aquella tarde y las altas temperaturas que se registraban, el petardo originó un incendio que se propagó rápidamente por el monte de utilidad pública La Atalaya, propiedad del Ayuntamiento de Ciudad Real.

Según el relato de hechos de las acusaciones basados en las pruebas recogidas en el lugar, «la onda expansiva provocada por el petardo tras su explosión transportó pavesas o restos incandescentes del explosivo recién detonado y, al entrar en contacto con el abundante combustible ligero muerto existente dio lugar a que se originara rápidamente el incendio».

El acusado y sus amigos marcharon aprisa del lugar, sin esperar para paliar los efectos de su acción. A causa de los hechos, fueron pasto de las llamas 3,53 hectáreas de superficie arbolada. El fuego se declaró cerca de otras casas habitadas y del núcleo urbano de la capital.