Manuel López Camarena

El Yelmo de Mambrino

Manuel López Camarena


Bruselas, el TC, el CGPJ; todos regañan a Sánchez

22/12/2022

Nada, que no tenemos arreglo -a los españoles en general me refiero- ni ganas de llegar a tenerlo algún siglo de estos, cosa que se parezca, ni perrito que nos ladre, ni remedio los males, demente y cuerpo, que nos aquejan, que son muchos. Porque ya lo ven ustedes; ni que nos regañen nuestros socios de la Unión Europea, ni que rece por nosotros el papa Francisco, ¡bien que tuvo que disfrutar con lo de la Copa del Mundo!, ni nada de nada. Nuestros políticos, todos, en cada momento o cada ocasión que crean que les beneficiará, montan el belén, más ahora que estamos en Navidad, y se ponen de hoja de perejil, creyendo, en los más de los casos y por culpa de su enervante ignorancia y partidismo, que esta manera de convivir en las Cortes y/o en los cuartos de baño, que tanto da y tan poco importa, es la mejor manera de que España prospere y crezca, en virtudes y hasta en las mesas de estas fiestas, que alguna adolecerá de esto o aquello. Y esto -crecimiento nacional y mejora del condumio de cada día- debería ser norte y guía de esa tropa que tenemos colocada por ahí para que no que nos gobierne, sino que, como gestores de la comunidad patria, nos hagan, a nosotros, al pueblo, las gestiones para que vivamos mejor. Pero ya ven la que tenemos liada. Más por si alguien, en su derecho, viese en estas líneas crítica más allá de la razonables, justa y hasta obligada, y siendo quién es, por ley electoral, responsable de guiar, o conducir, o pilotar, o…, la nave patria, y el desbarajuste que con sus actos y pactos nos está regalando para estas fiestas de Pascua, no tienen nada más que reparar que, amén de otras llamadas de atención y clarinazos, como de salida del toril, Bruselas, uno de los amores del presidente Sánchez, nos ha vuelto a regañar otra vez. Ni aprueba, ni le gusta, ni avala, ni nada de nada las maniobras de Pedro Sánchez, en su desmedida y hasta casi enfermiza cruzada para hacerse con el poder a perpetuidad. Y es que, ya se sabe, los ejemplos de sus amigos iberoamericanos Chávez, Maduro, Ortega, no son los mejores para dirigir o gobernar nada. Ni siquiera un equipo de barrio.