Un campo de vides en las que ahora están creciendo las uvas, un monte de olivos, un campo de trigo que ahora está segado y con pacas esparcidas, pero que hace un mes tenía amapolas... Son solo algunos de los ejemplos de los paisajes culturales agrarios que hay en Castilla-La Mancha, quizá los más comunes. Pero aquí también hay paisajes protagonizados por cultivos singulares como la lavanda y el azafrán, así como otros vinculados a la actividad ganadera o forestal.
Una decena de investigadores, capitaneados por María del Carmen Cañizares Ruiz, profesora de la Universidad de Castilla-La Mancha, y Ángel Raúl Ruiz, llevan durante tres años estudiando algunos ejemplos de paisajes agrarios culturales de la región. Ese trabajo ha quedado plasmado en el libro 'Paisajes culturales agrarios de Castilla-La Mancha'. Cañizares explica a La Tribuna que un paisaje cultural es el «resultado de la obra combinada de la naturaleza y la humanidad», con el cual se tienen en cuenta las «transformaciones que las personas han podido hacer en el medio».
Por eso, en el paisaje cultural se ve esa interacción entre las personas y el medio natural:«Es un paisaje percibido, vivido». Y además incluye no solo lo que se entiende genéricamente como paisaje, sino también el patrimonio material como podrían ser, por ejemplo, acequias o secaderos, y también el inmaterial vinculado a la cultura, costumbres o fiestas, como pueden se los cantos de la siega o una romería. No solo hay paisajes culturales agrarios. También hay la categoría de simbólico, de urbano y defensivo, así como de industrial y de servicios.
La lavanda es uno de los cultivos singulares que se ha estudiado en el proyecto de Paisajes Culturales Agrarios de Castilla-La Mancha. - Foto: Javier PozoPrecisamente en estos momentos la Junta está elaborando una Ley del Paisaje. Carmen Cañizares Ruiz explica que en la legislación actual de Castilla-La Mancha no aparece definido lo que es el paisaje cultural, con lo cual el primer paso que habría que dar es que se recogiera esa normativa en la ley. «Desde nuestro grupo de investigación hicimos una consideración para que se tuviera en cuenta», explica, «las noticias que tengo es que sí se piensa tener en cuenta».
Ese es un primer paso para proteger los paisajes culturales agrarios de Castilla-La Mancha. La profesora Cañizares Ruiz explica que luego habría que inventariarlos, tanto en su conjunto como paisaje como los elementos por separado que lo forman. Así se podrían establecer cuáles son los elementos más valioso e importantes para proteger. Avisa de que hay que poner la palabra proteger entre comillas, pues precisa que los paisajes son dinámicos y no pueden permanecer inalterables. «Es tener herramientas para gestionarlos adecuadamente, para que el uso agrario sea compatible con el mantenimiento de los elementos valiosos, tanto de patrimonio material como edificaciones, como inmaterial», recalca.
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Cañizares Ruiz explica que por la PAC se ha incrementado el viñedo en espaldera desde los noventa. - Foto: Javier Pozo
El cereal, junto con la vid y el olivo, forman parte de la trilogía mediterránea que desde antiguo se ha cultivado en la región. - Foto: Javier Pozo
Por ejemplo, con la PAC se han puesto más viñedos en espaldera y Cañizares Ruiz señala que «probablemente el viñedo en vaso tradicional tiene más valor patrimonial». La vid forma parte de la trilogía mediterránea que se ha cultivado en la región desde antiguo, junto con el olivo o el cereal, pero «no podemos decir que ningún paisaje cultural ha permanecido estable en el tiempo». La expansión de parques fotovoltacios precisa de una «planificación adecuada»
¿Es un riesgo la expansión de parques fotovoltaicos para la conservación del paisaje cultural agrario de un pueblo? María del Carmen Cañizares Ruiz asegura que el único medio para hacerlo compatible es con una «planificación adecuada». La profesora de la Universidad de Castilla-La Mancha asume que las energías renovables son el presente y el futuro para tener una dependencia menor de los combustibles fósiles, pero apunta que «evidentemente eso tiene que encajar bien con la protección y conservación del paisaje». Insiste en que la única manera de conseguirlo es con una planificación adecuada de este tipo de infraestructuras, que respondan a cuestiones como «en qué cantidad o cómo ubicarlas en unos lugares o en otros». Reivindica que son necesarios criterios técnicos de sostenibilidad.