Javier D. Bazaga

NOTAS AL PIE

Javier D. Bazaga


Buscar la paz haciendo cosquillas

04/03/2022

Hay quien piensa que estar contra la guerra es sentarse en una plaza de piernas cruzadas y con una margarita en el pelo y corear consignas de «No a la guerra», confiando en que eso detenga las bombas. Pero cuando el que las lanza es un déspota nostálgico del imperialismo zarista del siglo XIX, no hay un 'no a la guerra' que lo detenga, porque como ya se vio con su teatrillo presuntamente diplomático con presidente francés Emmanuel Macron, el no a la guerra que entiende Vladimir Putin, desconectado de la realidad, es el de la confrontación armada y no buscar la paz haciendo cosquillas. Y en este contexto, ante la necesidad de apoyar y defender a un país que está siendo invadido por otro saltándose la legalidad internacional, creo que España está perfectamente legitimada para ayudar al país que está siendo víctima de un ataque delirante e incomprensible en los tiempos que corren, por mucho que queramos buscar argumentos geoestrategicos o económicos para justificarlo.
Es evidente que si se pregunta a la población –salvo raras excepciones– la opinión generalizada es que se está en contra de la guerra, pero hay ocasiones en las que defender a nuestros vecinos obliga a tomar partido. Creo que es el caso, y España está en condiciones de prestar su apoyo y atender al compromiso adquirido con la Unión Europea en este asunto. Ya envío aviones de combate para la defensa del espacio aéreo desde la base de Los Llanos, en Albacete, y no era mala la solución de enviar otro tipo de «material militar ofensivo» a través del canal centralizado de Bruselas. El problema no es que lo tuviera que hacer o no España directamente, sino que la respuesta europea sigue siendo tibia y lenta. Un ejemplo: mientras las bombas siguen arrasando ciudades enteras y hogares –Jarkov, Mariupol o Jersón–, la respuesta ha sido sacar a Rusia del sistema Swift para impedir que los oligarcas se puedan comprar su quinta o sexta mansión o su tercer yate en Mallorca.
Si el anuncio hecho por el presidente del Gobierno el miércoles en el Congreso de los Diputados contribuye a detener el horror y la destrucción del pueblo ucraniano, está más que justificado el envío de armas y munición. Pero sigue siendo necesario que la ONU intervenga, como en otros conflictos, como fuerza para conseguir la paz, aunque suene paradójico, lo sé. Pero todos tenemos en la cabeza a los cascos azules ayudando en zonas de conflicto, o ayudando miles de refugiados. En Ucrania es ya un auténtico éxodo con un millón de desplazados en apenas una semana.
El problema no es que España envíe más de 1.300 lanzagranadas y munición para ametralladoras, que tampoco es la solución por sí sola, el problema es que Europa no ha visto aún las verdaderas consecuencias de esta guerra, que son más graves que las políticas, porque mientras Putin avanza con sus tanques y destruye vidas, Europa se limita a firmar una declaración de rechazo a la intervención militar rusa en Ucrania. Hay veces que la paz se consigue con algo más de contundencia.