El río Bullaque, a su paso por El Robledo, ha aumentado su caudal de un día para otro y el agua salta la presa. Una imagen que no se veía desde hace más de seis meses, cuando el río estaba totalmente seco y se podía caminar sobre el cauce. De hecho, el Ayuntamiento aprovechó esa falta de agua para llevar a cabo por primera vez en treinta años, y tras la autorización de la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG), labores de limpieza en las dos zonas de baño del río, lugares por los que hoy corre el agua a borbotones. Y todo gracias a las últimas lluvias y la nieve que la borrasca Filomena dejó la semana pasada a la provincia.

La alcaldesa de El Robledo, Elena Tamurejo, muestra su alegría por ver que el río está vivo. «Estaba como un camino y se ha recuperado, el agua está corriendo desde hace ya unos días. En poco tiempo se ha llenado rápidamente. Es impresionante», comenta la regidora en declaraciones a La Tribuna. El deseo ahora de sus vecinos, es que esa imagen se mantenga en los próximos meses, y de momento hay esperanza para ello, ya que aún tiene que llegar el agua del deshielo de la montaña.  

El río Bullaque es uno de los principales atractivos de la localidad, por lo que no es de extrañar que sus habitantes contemplen este acontecimiento como si de una atracción se tratara. «Todos estábamos pendientes de cuánto subía cada día, cuánto iba a tardar en correr y cuánto en saltar. De un día para otro el caudal ha subido más de medio metro», relata la alcaldesa.

'Filomena' aumenta el caudal del Bullaque tras meses seco - Foto: Rueda VillaverdeEl río, afluente del Guadiana y que nace aguas arriba del Parque Nacional de Cabañeros, recorre unos cien kilómetros de la geografía manchega. Así en otros lugares por los que atraviesa, como Porzuna o Piedrabuena, las lluvias anteriores a la borrasca Filomena habían conseguido recuperar el caudal pero no fue así en El Robledo, donde en los últimos meses apenas ha llovido. «La nieve y las precipitaciones de Filomena nos han traído una imagen que nos llena de alegría. Verlo en verano seco impresiona pero contemplarlo en diciembre sin agua impresiona todavía más», lamenta Tamurejo.

Cada 31 de diciembre y desde el año 1995, cuando el río Bullaque volvió a ver correr el agua por su cauce tras permanecer seco durante varios años como consecuencia de la persistente sequía de los años 90 que afectó a toda la Península Ibérica. Desde entonces, los ciudadanos se sumergen en las aguas de este río para celebrar precisamente que volvía a llevar agua después de mucho tiempo y con el carácter reivindicativo de exigir a las administraciones públicas la conservación de uno de los últimos ríos que aún permanecen en un aceptable estado de conservación en la provincia de Ciudad Real. A lo largo de estas más de dos décadas de baño, el río siempre ha tenido agua, salvo en  2017, cuando se quedó sin agua y los vecinos tuvieron que bañarse con cubos, en unas escasas charcas de agua que quedaban en la zona de baño. El pasado 31 de diciembre este ritual tampoco pudo realizarse debido a la falta de agua y a las limitaciones que impone el coronavirus, por lo que contemplar el río así «supone un respiro y esperemos que se mantenga así durante mucho tiempo y que se regenere toda la ribera seca y lleguen los peces que no había». Y por el momento, va por el buen camino, ya que en estos días se ha podido contemplar la presencia de muchos patos y alguna que otra nutria, «símbolo de que el río está vivo y tiene agua», comenta al tiempo que recuerda que los trabajos de limpieza que se realizaron en verano coincidiendo con la sequía sirvieron también para construir una compuerta en el azud y evitar así  la alta acumulación de lodos en las dos zonas de baño.