Roberto Mendès

Roberto Mendès


Para cuándo una Orquesta sinfónica de Castilla-La Mancha

22/11/2022

Bandas de música, escuelas municipales, conservatorios, un buen número de profesionales reconocidos internacionalmente y un número muy elevado de aficionados hacen de Castilla-La Mancha una comunidad en la que lo musical siempre está presente de una manera intensa. Creo que podemos decir, sin lugar a dudas, que la sociedad castellano-manchega es una sociedad musicalmente madura, interesada y activa.
En este día de Santa Cecilia, sin embargo, hay que destacar un aspecto que es necesario señalar, algo que muchos entendemos como imprescindible en el ámbito musical: la ausencia en nuestra comunidad de una orquesta sinfónica autonómica de titularidad pública.
Es un hecho que Castilla-La Mancha es la única comunidad autónoma pluriprovincial que no cuenta con una orquesta sinfónica propia, después de que Aragón comenzara, hace no mucho, el proceso de formación de la futura orquesta de su autonomía. También hay que decir que Murcia, el Principado de Asturias, o la Comunidad de La Rioja y, por supuesto, Madrid, a pesar de ser comunidades uniprovinciales, también cuentan con sendas orquestas sinfónicas.
Las razones por las que las comunidades autónomas apoyan la formación y mantenimiento de orquestas sinfónicas en su territorio van mucho más allá de lo meramente musical que, a pesar de ser especialmente relevante, no es el único beneficio que ofrece una formación de este tipo. Una orquesta sinfónica ofrece beneficios que van desde el fomento de la música en ámbitos como el escolar a la promoción y retención del talento local, así como una altísima penetración en el tejido social y una enorme capacidad de integración y articulación del territorio. Asimismo, una orquesta sinfónica es un verdadero «portaaviones cultural», con una capacidad enorme de acción social en torno a ella.
Por otra parte, el que las orquestas estén habitualmente relacionadas con un territorio indica claramente que en su esencia está la integración en las sociedades a las que sirven culturalmente. Todos conocemos la Filarmónica de Berlín, la de Viena, la de Los Ángeles o la de Nueva York. Todos ellos son ejemplos de la imprescindible relación entre una orquesta y un territorio que, podríamos denominar su territorio, un territorio al que la orquesta también sirve, aportando emoción, carácter y excelencia, otorgándole así una relevancia difícil de conseguir por otros medios.
No es, por tanto, una orquesta sinfónica un elemento esnob en el mundo cultural, ni un artículo de lujo para unos pocos, puesto que, en la actualidad, las orquestas sinfónicas mantienen programas de difusión cultural y de creación de nuevos públicos, además de beneficiarse de las posibilidades de difusión que ofrecen las nuevas tecnologías, que hacen que lleguen a todos.
Por todo lo dicho y por muchas otras consideraciones que no caben en este artículo, la pregunta no es ya por qué, sino cuándo tendremos en Castilla-La Mancha una orquesta sinfónica de titularidad pública. Estamos tardando.