Ahmadineyad, el último recurso

Jaime León (EFE)
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El expresidente persa se ha convertido en una suerte de consejero para muchos compatriotas que necesitan ayuda para poder conseguir dinero o trabajo

El exdirigente ultraconservador recibe a las puertas de su casa a los ciudadanos que buscan arreglar sus problemas. - Foto: Jaime León

Poco después de amanecer, un grupo de personas hace cola en una calle como otra cualquiera de Teherán. Sin embargo, este no es un callejón cualquiera: en él vive desde hace décadas el expresidente iraní Mahmud Ahmadineyad y esos ciudadanos llegan al lugar en busca de su ayuda.

En Occidente, Ahmadineyad es recordado por su negación del holocausto judío, su deseo de aniquilar a Israel, el impulso del programa nuclear persa o el retroceso de las libertades en la república islámica. Pero para algunos iraníes que necesitan dinero o un trabajo, el que fuera jefe del Ejecutivo del país asiático entre 2005 y 2013 es su último recurso.

«Tengo problemas económicos. Escuché que él ayuda a la gente y por eso he venido», asegura Maryam Ebrahimi, una residente de la capital de 44 años.

Ebrahimi necesita dinero para poder  cuidar de su hermana enferma ante la falta de un seguro médico para hacer frente a los gastos sanitarios.

Otra mujer, Mahtab Jodamí, acude a pedir ayuda por la situación de su marido, un veterano de la guerra de Irak cuyas secuelas después de sobrevivir a un ataque químico le impiden trabajar.

«Ahmadineyad comprendía a la gente durante su Presidencia. He venido para que me ayude a buscar trabajo, para mí o para mis hijos», explica Jodami, de 50 años.

Ali Afshar, un joven de 26 años, quiere trabajar en una empresa del Gobierno, y ha escuchado que, para conseguir un puesto, necesita un contacto. «He escrito una carta para el señor Ahmadineyad a ver si me pone en contacto con la empresa», afirma.

El exmandatario escucha con atención a las personas que llegan hasta su domicilio a verle a pie de calle, a las puertas de su vivienda, con una barrera que le separa de los visitantes, una medida que se tomó con la llegada de la pandemia de coronavirus.

El ultraconservador toma notas de lo que le dicen, conversa con los visitantes y da indicaciones a su personal acerca de cada caso que se le presenta.

«La gente viene ¿qué voy a hacer?», afirma el político sobre esta particular práctica. «Intentamos arreglar los problemas de la gente», agrega.

Ahmadineyad explica, además, que hay ciudadanos y empresas que les dan fondos para ayudar a estas personas o les ponen en contacto con instituciones que pueden ayudarles.

Este ritual matutino se repite cinco días a la semana y algunos de quienes le visitan llegan, incluso, desde fuera de Teherán, recorriendo cientos de kilómetros.

El exmandatario explica que durante su Presidencia ya se reunía con ciudadanos para tratar de ayudarles.

La mayoría de los que se acercan a la casa del expresidente necesitan dinero o trabajo, algo que explica la situación del país, según el exdirigente.

«Ves la situación de la gente», afirma, al tiempo que señala a la cola de unas 20 personas que esperan su turno para explicarle sus problemas y comenta que algunos días acuden hasta unos 100 vecinos a consultarle.

Y es que la economía de Irán no atraviesa, precisamente, sus mejores momentos, golpeada por las sanciones que reimpuso el expresidente estadounidense Donald Trump en 2018 y por la pandemia del coronavirus.

Falta de libertad

El hombre que tras suceder al primer presidente reformista Mohamed Jatami -quien allá por 1999 llevó aires aperturistas a la república islámica-, impuso de nuevo políticas ultraconservadoras se lamenta ahora de la falta de libertad.

«La libertad está en la naturaleza de los seres humanos. Cualquier persona en cualquier parte del mundo que sienta que le están imponiendo unas condiciones no estará contenta», asegura acerca de la baja participación en las últimas elecciones generales.

Ahmadineyad hace, por supuesto, referencia al veto para presentarse a las presidenciales del pasado verano impuesto por el Consejo de Guardianes, órgano que aprueba a los candidatos a los comicios y que impidió que él pudiese participar, a pesar de que el político aseguró que su candidatura se la pedía la gente.

El político se adelantó en mayo, cuando predijo que la participación sería baja por estos vetos y afirmó que no votaría si era eliminado. Unas predicciones que se cumplieron con la menor participación de todas las elecciones de Irán con un 48 por ciento y que llevaron al poder al actual presidente, Ebrahim Raisi, un triunfo que se daba por hecho debido a que sus contrincantes no suponían una real competencia

En las presidenciales de 2017, fue el propio líder supremo del país, Ali Jamenei, quien le aconsejó no presentarse.

Su Presidencia fue muy controvertida, tanto en el extranjero como en su país, pero el exmandatario sigue teniendo un fuerte apoyo entre las clases populares, que confían en que les puede ayudar en materia financiera, a pesar de que durante su mandato la economía empeoró.

Hijo de un herrero y licenciado en Ingeniería de Transportes y Planificación, Ahmadineyad siempre ha cultivado una imagen de hombre humilde y cercano al pueblo.

Las largas colas frente a su casa alimentan esa idea. 

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