Asombro lírico

Diego Farto
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El tenor Adolfo Albero, que estará en Ciudad Real con el 'Mesías Participativo', señala que «esta orquesta (Ofman) es un milagro, se está convirtiendo en una de las mejores de iniciativa privada de España»

Rodolfo Albero - Foto: La Tribuna

Nacido en Zaragoza, se ‘educó’ en el conservatorio de su ciudad antes de recorrer distintas ciudades para completar su formación. El próximo 14 de diciembre será uno de los intérpretes solistas del VI Mesías Participativo, que Ofman desarrollará en la Catedral de Santa María del Prado.

Va a estar en Ciudad Real en el Mesías Participativo (14 de diciembre) en la Catedral, que se ha convertido en una cita obligada, ¿cómo se ve desde el lado del intérprete?

Como una oportunidad maravillosa, algo excelso, con un coro de casi 100 personas, además es la sexta vez que se hace, yo he participado en cuatro de ellas. Estoy encantadísimo, porque, además, tengo mucho contacto con La Mancha, sobre todo con Ciudad Real. Es increíble cómo estos coros consiguen esta calidad, son grupos que no son profesionales pero se lo toman tan en serio y trabajan tanto que el resultado es impresionante. Imagínate lo que es estar ahí sentado, con otros compañeros, y que de repente te canten el Aleluya. Es una sensación indescriptible.

¿Ir de éxito en éxito de año en año con la misma propuesta es un riesgo?

Existe un riesgo, claro, porque triunfas, triunfas y al final dices, ‘no podemos hacerlo mal’ y te dejas. Pero claro, te preparas para evitar eso y, además, es un placer cuando empiezas a cantar, se van los nervios y ves que ya es tuyo todo.

¿Cómo es la compenetración con los coros de aquí?

Muy buena, porque ellos se lo saben muy bien y es muy fácil cantar con ellos. Se saben perfectamente las entradas, de modo que nosotros estamos a lo nuestro y va como si fuera el Coro del Real.

Ha actuado en otras ocasiones con la Orquesta Filarmónica de la Mancha, ¿cómo es su relación con ella?

Buenísima, porque esta orquesta es un milagro, se está convirtiendo en una de las mejores de iniciativa privada de España. Cuenta con un trabajo ingente de Francisco Moya y con mucho entusiasmo por parte de los músicos. Empezaron poco a poco y ahora se están consolidando estupendamente. Con ellos hice Madame Butterfly, lo estrenamos en el Teatro Buero Vallejo hace tres semanas en Madrid y fue muy bien. Hemos hecho también La Traviata y siempre muy bien.

¿La música lírica pasa por un buen momento en España?

Creo que sí. Están saliendo muy buenos cantantes. Luego la gente viene a verlos cada vez con más entusiasmo y los jóvenes también. Hay teatros como el Real, el Liceo también, en Valencia hay otro... La verdad es que ha habido unos años de crear auditorios, por ejemplo La Mancha es un caso clarísimo. Vas a cualquier pueblecito y tiene su auditorio, para 300 o 400 personas, magníficos y consiguen ir haciendo cosas aunque sea peleando mucho, porque a veces tienes el recinto pero necesitas algo interesante para que vaya la gente.  

¿Cuáles son las asignaturas pendientes?

Si vas por Centroeuropa, la lírica es algo para todo el mundo. Para eso lo que hay que hacer es intentar llevarla a todos los sitios, introducirla en el mundo rural. Es una labor que hacemos más los músicos que el Estado.