Española desde hace ocho años

HIlario L. Muñoz
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La idea de vivir una aventura hizo que Rocío Zúñiga cambiara Ecuador por Ciudad Real, donde reside y ha obtenido la nacionalidad

Española desde hace ocho años - Foto: Tomás Fernández de Moya

Desde hace ocho años en la cartera de la ecuatoriana Rocío Zúñiga se encuentra su Documento Nacional de Identidad.  Este documento le acredita como ciudadana española tras residir veinte años, siempre entre Ciudad Real y Miguelturra, una comarca adonde vino hace veinte año más por la aventura de cambiar de país que por necesidad. «Vivía muy bien, tenía mi negocio» en Ecuador, de compra-venta de coches, pero siguió la fiebre, justo antes de la crisis económica, de la migración hacia España desde su país. «Me vine aquí, me gustó y me quedé», dijo Zúñiga, quien hasta ese momento «nunca» había salido de su país y la primera vez que lo hizo, fue para trabajar como «doméstica», un empleo en el que ha seguido todo su tiempo.

En aquel momento tenía 34 años, marido, el que es su ex marido ahora, y tres hijos, Christian, Carlos Efraim y Williams. A ellos los dejó allí en su país la primera vez que vino y los recogió tres meses después, cuando regresó para recogerlos y vender su parte del negocio. «Hoy me arrepiento a veces porque vivía una vida holgada, sin mucho estrés». Se trata de un recuerdo de un país que recomienda visitar donde el barrio es un valor y los vecinos se apoyan, aunque no cambiaría, por el momento, por «la seguridad» que siente al pasear por las calles de Ciudad Real. En esa vida tranquila en España, Zúñiga se volvió a casar y cuenta con un hijo más, su cuarto, Arturo, con nacionalidad española.

Ella es una de esas inmigrantes que reclaman que haya legalidad en toda la contratación, ya que se debe aportar a la seguridad social pero también tener el reconocimiento de la estancia en España y con el tiempo de conseguir la nacionalidad.

Pasado un tiempo, Zúñiga pensó que ya no iba a regresar a su país, ya se había traído a sus hijos, y habían hecho, tanto ella como sus ellos, su vida en España, por lo que decidió nacionalizarse, hace ocho años, sin perder su pasado. «Se puede tener doble nacionalidad y de hecho uno de mis hijos tiene solo la española, porque renunció a la ecuatoriana», indicó Zúñiga, quien no tuvo que pasar exámenes como ahora sino que le bastó con demostrar que llevaba tres años empadronada en España. «La nacionalidad la pedí más para salir a otros países», con la idea de irse a trabajar a otra zona de la Unión Europea.

Tener el DNI en la cartera, al menos para ella, no implicó cambio alguno, ni tampoco para sus hijos que en alguna ocasión han vuelto a su país para ver a su padre. «Sus amigos» y «su vida» están aquí, por lo que siempre regresan. El mayor cambio es la seguridad de que si no está trabajando no tendrá que «renovar» o esperar a tener papeles. El Documento Nacional de Identidad da «estabilidad y seguridad», dijo Zúñiga, para saberse reconocida como española.