Un eterno dos que sale de la sombra

Agencias-SPC
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Alfonso Rueda cogerá el testigo de Feijóo en la Xunta con deberes por delante: preservar la unidad y estabilidad del PP y sumar una quinta mayoría

Un eterno dos que sale de la sombra - Foto: EFE/Salvador Sas

Perfil bajo y siempre en un segundo plano... hasta ahora. A la sombra de Alberto Núñez Feijóo desde el relevo de Manuel Fraga en 2006 y después, tras la victoria electoral de 2009, como su número dos en la Xunta, Alfonso Rueda Valenzuela (Pontevedra, 1968) fue propuesto formalmente a comienzos de esta semana como candidato a presidir la Xunta. Tomará posesión el 14 de mayo y una semana después, despejado el camino con el aval del resto de presidentes provinciales, será ratificado en un congreso extraordinario en Pontevedra como líder del PPdeG.

Un papel, el de segundón, que no le disgustaba. De hecho, Rueda ha confesado que «nunca» quiso ser el nuevo número uno pero tampoco oculta que está «ilusionado por serlo». Tareas no le faltarán en la Xunta, donde debe empezar por construir un nuevo equipo y demostrar en qué se va a traducir «el estilo Rueda» sin dar un portazo al proyecto de Feijóo, que ha sido el que los gallegos votaron de forma mayoritaria en las urnas, pero también en el partido.

Asumirá las riendas del PP de Galicia con el aura de señalado por el ya líder del PP estatal, que no ha escatimado a la hora de ponerle deberes: primero, ganarse el liderazgo interno, y después, lograr una quinta mayoría absoluta consecutiva para mantener la Xunta. 

Es más, le ha advertido que solo ganar te convierte en líder. Así que, por el camino hasta las autonómicas de 2024 tendrá varios test, como el de las municipales -que podría reconfigurar el poder de las baronías provinciales- y las generales, que determinarán el futuro de Feijóo al frente de la nave popular.

Él ha prometido que su apoyo a Rueda será «inquebrantable» desde donde esté con un aviso a navegantes: se va de Galicia, pero sigue siendo el jefe, ya en Génova y puede que en breve como inquilino de la casona de La Moncloa.

Con la colaboración prometida por Feijóo, pero también con sus exigencias y un partido expectante, Rueda tendrá que mostrar su cara presidencial. Con otro hándicap: un índice de conocimiento que, según una encuesta reciente de un medio gallego no llega al 46 por ciento. Entrenado como buen número dos, para evitar el titular, tendrá que ganar presencia y contundencia en su mensaje para calar en la opinión pública.

Pero también tiene otros deberes por delante. Coser cualquier tipo de herida en el partido o evitar que supuren, mientras preserva el mensaje de la «unidad» y de la estabilidad, pilares del discurso del PPdeG que sustentaron las últimas cuatro mayorías absolutas. Fuentes de su entorno aseguran que él es consciente de todos sus retos, pero también recuerdan que lleva años «observando» a Feijóo y que es «el único» que le ha sustituido.

«Experiencia no le falta», según subrayan miembros de su equipo, que remarcan que como en su día se decía de Fraga, «tiene la Administración en la cabeza»: por formación, periplo profesional y vida política. Más allá, auguran que «todo lo que venga», Rueda lo enfrentará «con humor, trabajo y normalidad». Y con una presencia creciente en redes sociales, con cada vez más seguidores. Su cuenta de Twitter hace unos días superaba ya los 7.300 seguidores. En ella, en el avatar de su foto se lee en gallego lo siguiente: «Pontevedrés, fan da miña familia, moteiro e presidente provincial do PP de Pontevedra. Vicepresidente de la Xunta. Aprendendo un pouco cada día».

16 años juntos

Casado y con dos hijas, Rueda es licenciado en Derecho por la Universidade de Santiago de Compostela (USC) y está al lado de Feijóo desde el año 2006 cuando el de Os Peares lo fichó para el segundo puesto más relevante del organigrama popular: el de secretario general.

Ese cargo poco amable no le ayudó precisamente a tejer amistades internas en el seno del PPdeG. De hecho, le tocó convertirse en el poli malo de la formación gallega entre 2006 y 2009, cuando al líder se le reservaban todas las propuestas en positivo y él se encargaba de dar palos a la oposición, personificada en las figuras del presidente entonces, Emilio Pérez Touriño (PSdeG), o del vicepresidente del bipartito, Anxo Quintana (BNG).

Sus rivales le ven como uno de los principales muñidores de una dura campaña que desembocó en la mayoría absoluta de 2009 que reabrió a los populares las puertas de San Caetano. Su gran reto ahora es revalidar esa mayoría.