Jesús Fuentes

ÁNGULOS INVERTIDOS

Jesús Fuentes


Diario de esta pandemia

14/05/2021

Imagino que diarios de estos meses turbulentos habrá muchos. Aquí me refiero al que, en los primeros días de mayo, presentó Quique Jiménez Silva, titulado ‘Diario alegre de un encierro triste’, ilustrado por Antonio Hernando Esteban, Benjamín Juan y Jesús Gómez–Escalonilla, todos integrantes del blog ‘hombredepalo’ y editado en la editorial Ledoria. No es esta ni la primera epidemia de la humanidad, ni será la última. Enfermedades, virus y bacterias han perseguido a los humanos durante siglos. Reducían poblaciones, creaban estados de confusión, y provocaban hambrunas o guerras que incrementaban los destrozos. Las más conocidas son las plagas de Egipto en las que leyenda y relatos de dos historias de naciones se entrelazan para contarnos escenas de exterminio y pánico. La menos lejana ocurrió en el año 1918. No se dispone de datos reales, por lo que se cifran los muertos entre cincuenta y cien millones. Y ocurrió entre dos guerras mundiales, lo que aumentó la devastación en Europa. La más reciente, aún está presente, de ahí el valor del libro que recordará, cuando nadie recuerde nada de estos tiempos aciagos, que hubo una epidemia que comenzó en el 2020 y se mantiene un año después, pese a las rápidas vacunas.
El libro de Quique Jiménez Silva no es un tratado científico ni histórico, cuenta instantáneas y costumbres cotidianas de unas gentes asustadas por un mal inesperado. Se decretó Estado de Alarma, las ciudades se vaciaron y los ciudadanos se vieron obligados a encerrarse en sus casas, oyendo las informaciones terribles de los medios de comunicación. El libro contrarresta los miedos de esos días con ironía, humor y reflexiones optimistas. ¡Qué bonito es el mundo cuando la gente es civilizada! Recoge una sucesión de fenómenos exóticos, como el desabastecimiento de papel higiénico, la carencia de otros productos que habitualmente nos parecen superfluos o el difícil fluir de los integrantes de la familia en el espacio de las casas. Algunos hasta descubrieron la utilidad de las superfluas terrazas que todavía se mantienen en edificios de viviendas. Servían como contacto de lujo con el exterior. Incluso se teorizó con una nueva arquitectura más abierta, más humanizada, menos especulativa.