La crítica -
Por Juana Samanes
Admirador desde la infancia de la novela, El hombre invisible, de H. G. Wells, y de las versiones realizadas en televisión y cine de este personaje, el director y guionista australiano Leigh Whannel tuvo claro que ese relato se prestaba, y de hecho necesitaba, actualizarse para resultar original y su manera de escribirlo en imágenes fue dándole el trasfondo de la violencia doméstica.
Un arranque desasosegante nos presenta a Cecilia, una joven que huye de su violento novio, Adrian, y de su fabulosa y solitaria mansión en la costa. Pronto conocemos, por sus confesiones a sus seres más queridos, su hermana y un amigo de su infancia, que no podía aguantar la situación: el control y la dominación que ejercía sobre ella su pareja. Tras conocer el suicidio de éste, la mujer pronto manifiesta que no cree que haya muerto, que se ha convertido en invisible y quiere hacerla sufrir.
La violencia doméstica en thrillers de suspense ya se había contemplado en películas como Durmiendo con su enemigo, la trágica La verdad de Soraya M. o la española Te doy mis ojos, por citar películas relevantes de distinta nacionalidad, la peculiaridad es que, en esta ocasión, se añade un toque fantástico y de terror, para describir a un monstruo que se niega a que su pareja, a la que maltrata, le abandone.
Whannel maneja bien la tensión, hace empática a su heroína y dirige con pulso escenas que ponen la piel de gallina. Los efectos especiales de la película, correctos, juegan fundamentalmente a dar autenticidad a la invisibilidad gracias a especialistas, mientras otros aspectos aportan su propia personalidad al relato, como la decisión de que todas las secuencias transcurran en escenarios iluminados, tanto en el hospital psiquiátrico como en las dos casas tan diferentes donde discurre la acción: la espectacular pero fría mansión en la costa donde Adrian tiene encerrada a Cecilia (una verdadera fortaleza) y el chalet, de clase media, cálido y confortable, donde vive el amigo policía donde se refugia la protagonista.
La elección de la actriz Elisabeth Moss no puede ser más afortunada. Conocida por su participación en series míticas como Mad men o El cuento de la criada, su personaje en El Hombre invisible tiene algunas similitudes con el de esta última serie desde el momento que interpreta a una mujer oprimida que se niega a seguir dominada.