Con los 30 grados que se vienen registrando en los últimos días de septiembre y los primeros de octubre, los comercios se están «resintiendo en las ventas». Los clientes solo miran de pasada algunas prendas de otoño que hay en los establecimientos y se decantan todavía por ropa de verano o algo de entretiempo, aunque muchos estiran el uso de las prendas veraniegas, a la espera de que llegue el frío y se materialice el cambio de armario. 

«Los tres o cuatro días que llovió en septiembre hizo que se pensara en el otoño, pero con este calor no se vende ni lo de otoño ni lo de verano», apuntó José María Ruiz, de PymeReal. Comenta que muchos negocios están tratando, al menos, de liquidar lo que tienen de la temporada de primavera-verano antes de colocar lo de otoño-invierno. De hecho, explicó que es una tendencia que se viene registrando en los últimos años, en los que los veranos se alargan. «Antes el cambio de escaparates se hacía en septiembre o incluso en la Feria, y ahora, al menos hasta octubre» no se hace, poniendo de relieve que las propias distribuidoras de ropa también optan ya por retrasar la entrega de las prendas de la nueva campaña.

Lo excepcional en esta ocasión son las temperaturas tan altas que se han venido registrando en los últimos días, de más de 30 grados, de manera que muchos siguen usando las prendas de verano que ya adquirieron en años pasados o al inicio de temporada. 

Lo que está 'salvando' al sector, dijo, son las prendas que se venden para participar en eventos y ceremonias, «que se siguen desarrollando» y en gran cantidad, por lo que se están convirtiendo en una tabla de salvación para el sector en estos momentos, en los que hay más incertidumbre de lo que toca, a estas alturas del año, sobre las ventas de la colección de otoño-invierno.