Fuerza y tradición

Manuela Lillo
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Francisco José Turrillo subrayó la necesidad de mostrar «el amor por el legado de nuestros mayores» en su proclamación • La alcaldesa defendió las costumbres como base del futuro

Con una firme defensa de la tradición, la plaza Mayor de la capital acogió ayer el acto central de la celebración de la Pandorga, que se vistió de gala para la proclamación del pandorgo 2015, Francisco José Turrillo, y de las dulcineas infantil y juvenil, Jeiribel de los Santos y Laura Roldán, respectivamente acompañadas de su corte de damas.  

Con un fuerte abrazo, el pandorgo 2014, Antonio Broceño, selló el momento de ceder del testigo a Turrillo, quien subrayó el honor que sentía al ostentar el título de pandorgo y al representar a la ciudad en la que nació, creció y en la que vive y pasea por sus «benditas calles», por lo que aseguró que no hay nada que lleva «más a gala». Lo hizo en un acto en el que agradeció «la amabilidad y el cariño» de la ciudad y en el que tuvo una mención especial a su mujer, María del Mar, puesto que su amor brotó precisamente una noche de Pandorga y como fruto ha dado a su hija.

Su cofradía, la Hermandad de las Penas, y su querida Hermandad de Pandorgos, no faltaron entre los agradecimientos que hizo Turrillo en un acto en el que reivindicó la importancia de las costumbres. «La tradición es de todos y para todos. Nace del pueblo y es para el pueblo, por eso, nuestros dirigentes deben amarla, mantenerla y aceptarla, no sólo cuando ocupan un cargo, sino cuando lo dejan. Hay que vestir el traje de nuestros abuelos, con cariño y sin vergüenza, aunque pasemos calor», aseguró un flamante pandorgo que animó a mostrar «el amor por el legado de nuestros mayores, porque un pueblo que olvida su historia, está muerto».

La «alegría y la añoranza» que se siente al escuchar la palabra 'Pandorga', incluso en pleno invierno -dijo- también fue puesta de manifiesto por Turrillo en un discurso en el que tuvo varias referencias cervantinas precisamente en el año en el que se conmemora el cuarto centenario de la publicación de la segunda parte de El Quijote, el libro más universal de Miguel de Cervantes y el que ya vivió la Pandorga, comentó Turrillo argumentando su afirmación en la única referencia que se hace a Ciudad Real en el capítulo 13 de la segunda parte, cuando habla de sus buenos vinos. «La Pandorga es una fiesta popular que se ciñe en torno a dos ejes: la Virgen del Prado y el fruto de la tierra, que el vino».

El «pequeño duende» que surge en el interior de todos los ciudadrealeños cuando llega el último día del mes de julio, cuando «el corazón se acelera y grita impaciente por salir a la calle» y por dirigirse hacia el Prado y presentarse en la basílica catedral ante «la reina de La Mancha», para trasladarle a la virgen las penas, las alegrías, los desvelos y los agradecimientos.

Después, dijo, llega el turno de  disfrutar, de salir y de vivir esta gran fiesta de la capital que luego dará paso a otra jornada. «Mañana será otro día, más brillante, con trabajo y prosperidad para que los ciudadrealeños podáis seguir viviendo aquí, en vuestra casa, con vuestra gente», dijo un Turrillo que se emocionó al recordar a su padre y a su abuelo: «Esta Pandorga también es vuestra». En este momento, recibió los aplausos de los numerosos asistentes a un acto que estuvo presidido por la alcaldesa de Ciudad Real, Pilar Zamora, y el presidente de la Hermandad de Pandorgos,  Agustín Cantero, arropados en la plaza por integrantes de la Corporación municipal, representantes de asociaciones y responsables de distintas instituciones, como del presidente de la Diputación, José Manuel Caballero, de la delegada de la Junta, Carmen Teresa olmedo,  o el subdelegado del Gobierno, Fernando Rodrigo.

Por su parte, la alcaldesa aseguró que era «el honor más grande» que le había dado la vida y expresó su «profundo agradecimiento al pueblo de Ciudad Real», al que dijo servir «con humildad y prudencia» y con «el único objetivo de luchar todos los días para que esta ciudad sea la que nos merecemos hoy y la que se merecen nuestros hijos en un futuro».

«Hoy vivimos un acto donde nuestras tradiciones, nuestras costumbres, nuestras raíces nos hacen fuertes para construir sobre ellas un futuro de desarrollo y progreso. Nada se puede construir si no hay una base sólida, no hay presente si no hay pasado y no hay futuro si no hay historia», aseguró Zamora haciendo una férrea defensa de las tradiciones y reconociendo también el papel que juegan los pandorgos «todo el año».

Además, se definió como «una  mujer manchega» e hizo una mención especial a la figura de la dulcinea, de la que resaltó «su fuerza y capacidad». «Estamos aquí en igualdad de derechos, en igualdad de condiciones, somos ciudadanas plenas. La Dulcinea es una mujer luchadora que se asienta sobre la base de su madre y de su abuela», dijo la regidora municipal quien también reconoció que «los tiempos que corren no son fáciles, pero hace que el reto de cambiarlo sea aún más apasionante» y indicó que sólo se puede conseguir «un futuro de empleo, bienestar y progreso si trabajamos codo con codo», por lo que pidió la ayuda de todo. Por último, aseguró que como alcaldesa era «una dulcinea, que sueña como un Quijote y que va a trabajar como un Sancho».