Márquez adopta la visión de los vencidos oretanos

D.F.
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El Museo López Villaseñor acoge el acto de presentación de la novela 'Kabor el oretano', en la que el escritor estuvo acompañado por José González Ortiz

El escritor Miguel Ángel Márquez presentó ayer en el Museo López Villaseñor la novela Kabor el oretano, una obra editada por C&G que se centra en el periodo histórico de siglo III a. C. en adelante, cuando Roma inicia su expansión territorial en la Península Ibérica.

En una conversación previa con La Tribuna, el autor a quien acompañaba el historiador José González Ortiz, avanzó que su deseo con esta obra era contar aquel proceso de dominación territorial, que se conoce fundamentalmente por la obra de los historiadores latinos y algunas referencias cartaginesas, pero desde el punto de vista de los vencidos, y muy especialmente el pueblo oretano, que vivía en buena parte en lo que hoy es la provincia de Ciudad Real.

Para ello, Márquez ha realizado un intenso trabajo de recopilación de datos sobre la cultura íbera, primero «a partir de aquellos que acompañaban al ejército romano en sus conquistas, historiadores, geógrafos, que hacía observaciones más o menos amplias sobre la guerra».

En este sentido, reconoció que aquellas lecturas iniciales «no me gustaban demasiado», puesto que era una información «sesgada», y le animó a buscar otros puntos de vista.

Eso le llevó a «reinterpretar» como veían los pueblos de la Península esa conquista. A partir de ahí siguió los hechos en un orden cronológico, para dar forma a la aventura de un correo o mensajero que partiendo de la Oretania situada en lo que hoy es Ciudad Real debe averiguar las razones del progreso económico de los íberos de la costa.

La novela establece una distinción entre los pueblos de interior, de donde procede el protagonista, inicialmente ignorantes de los propósitos de conquista de los Romanos y de los pueblos costeros, inmersos ya en el proceso de adaptación al mundo que imponen los conquistadores.

Al mismo tiempo, la obra tiene en cuenta la diferencia entre distintas tribus y pueblos, al entender que «el mundo íbero no era homogéneo para nada».

Recomponer la reacción de los pueblos íberos a la conquista romana y la posterior romanización ha sido una tarea compleja en la que ha sido necesario reflexionar sobre las fuentes romanas, los datos arqueológicos y las pocas evidencias escritas, pero sobre todo la reinterpretación «del imaginario ibérico» a partir de las pistas que han quedado.

En este sentido, se refiere a lo que se conoce de las creencias y los valores de sus diferentes sociedades, vestigios que en buena medida hoy forman parte del patrimonio de Castilla-La Mancha. «Hoy sabemos en qué creían, cómo vivían, de qué se alimentaban, todo eso nos permite describir su día a día», refirió el autor.