Salto a Europa

Hilario López Muñoz
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Idrissa Sissoko, uno de los jóvenes del programa de MPDL, explicasu trayecto desde Mali hasta Cuidad REal, tras saltar la valla en Melilla

Idrissa Sissoko es un joven ciudadrealeño de 22 años, al que le gusta el rap, pasa mucho tiempo con el móvil, hablando con su familia y sus amigos. Entre sus músicos preferidos se encuentra Sidiki Diabaté, un ciudadano de Mali, del país del que se fue primero camino a Argelia para cruzar a Marruecos. Finalmente cruzó la valla, saltándola, y tras unos días llegó a Ciudad Real donde se encuentra dentro del programa de acogida humanitaria de Movimiento por la Paz (MPDL). En apenas tres meses, llegó el 20 de septiembre, debe aprender un idioma y encontrar un sitio en el que quedarse, ya que de lo contrario vivirá al raso, sin documentación para encontrar un trabajo legal hasta que no pase el tiempo necesario empadronado o por otras vías obtenga un permiso de residencia. Su voz, de momento, es la de Manuel Lorenzo, que traduce su viaje y que comienza años antes y termina durante tres meses en Nador, «viviendo en el bosque» soñando con el salto a Europa.

Sissoko decidió a los 20 años, aproximadamente, abandonar su hogar, ya que no tenía futuro en su país. «No había trabajo» y su hogar «era pobre, sin dinero». Se fue buscando «estudiar y trabajar». Su objetivo es mostrar su valía como electricista o soldador para lo que sabe que, primero, necesita «comprender la lengua». En su país «hay mucha pobreza y aunque se trabaje no se puede conseguir ni dinero para alimentar a la familia».

En Malí dejó a su padre a su madre, a quienes confía en mandar dinero, con su trabajo en España. Ellos no sabía que se iba a Europa sino que pensaron que se iba a quedar en África. «Cuando me fui no les dije que venía a Europa sino a Argelia», apunta. Hay que tener en cuenta que son más los movimientos migratorios que se producen entre países africanos que los que ocurren en la frontera Sur de África a España. En su caso pasó casi un año en Argelia, trabajando como albañil. «Rezaron por mí para que Dios me ayudase a llegar».

Para salir de su país tuvo que cruzar el desierto para llegar a Argelia, donde residió en Argel, la capital. Estuvo trabajando como albañil contratado tanto por argelinos como por ciudadanos de origen chino. Después tomó el camino a Marruecos y la extraña vida que hay en la zona cercana al borde con España, donde se espera los momentos oportunos para saltar la valla.

En Ciudad Real ha encontrado un espacio, el de MPDL que ha cambiado su vida cotidiana de forma completa. «He sido muy bien recibido, estoy en una buena casa, bien vestido y todo esto en Mali no lo tengo». Estas y otras cosas son las que cuenta cuando habla con su familia, Sissoko, mientras que sus padres le animan para que esté bien y que esté contento en su vida española.

En el futuro de Sissoko está seguir su recorrido hacia el norte a Bilbao, donde vive el hermano de un amigo suyo, y donde espera encontrar trabajo. Su estancia en Ciudad Real es apenas temporal. El futuro es «beaocup», dice ‘más’ en francés, sin poner ningún nombre a ese «más» al que apela. «Se trata de mejorar, de avanzar», explica Sissoko.