MPDL acoge a 190 inmigrantes en un proyecto de acogida huma

Hilario López Muñoz
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La ONG desarrolla un proyecto por el que han pasado personas que han sido rescatadas en el mar o que están en situación irregular para garantizar su manutención y alojamiento durante tres meses

Ciudad Real acoge un programa de Movimiento por la Paz, el Desarme y La Libertad (MPDL) dirigido a las personas que llegan a España tras saltar la valla o ser rescatadas en el mar por el que han pasado cerca de 190 personas. Se trata de una iniciativa que MPDL también desarrolla en Cádiz, Sevilla, Granada, Almería, Toledo y otros puntos de acogida por España. En Ciudad Real lleva un año prácticamente, con 32 plazas residenciales, en las que durante tres meses estas personas, tras ser remitidos por las fuerzas de seguridad en la frontera, reciben alojamiento y manutención.

«Son todos varones de origen africano-subsaharaiano. Personas que llegan a nuestras costas y acogemos en un periodo corto para que ellos puedan continuar con su proyecto migratorio y, mientras tanto, tengan una primera atención para no estar en la calle», explicó el responsable de MPDL en Ciudad Real, Manuel Lorenzo. «Ofrecemos alojamiento, manutención, ropa y hacemos talleres de clases de español, orientación e información sobre su situación jurídica y administrativa en España, con una serie de hábitos y normas de funcionamiento», comentó.

En España, estas personas que llegan no pueden trabajar pero sí que pueden salir a la calle sin problemas. «La Policía cuando llega le da un documento firmado en el que viene detallado el día, la hora y dónde lo han encontrado», comenta Lorenzo. A modo de ejemplo, si es en el mar, en ese papel se encuentran las coordenadas donde el barco ha recogido a la persona. Ahí se explican sus derechos y se argumenta que estos ciudadanos tienen «una orden de devolución», por lo que solo, en caso, de que se pueda demostrar su país de procedencia, con documentación oficial, podría fletarse un vuelo a su país junto a vigilancia, pero en caso contrario permanecerá en España en esa situación de vacío legal. «Es un periodo de adaptación transitorio que para ellos depende de muchas situaciones personales y de sus contactos familiares que puedan vivir en España o en Francia», que después pueden acogerlos.

Este programa de primera acogida humanitaria se puso en marcha en 2006, cuando se produjo la llamada crisis de los cayucos. Con él se intentó dar respuesta a las 40.000 personas que llegaron a las costas españolas. Se trata de un proyecto en el que hay bastantes entidades participando.

Este programa difiere del de refugiados tanto en la duración, tres meses este y dos años el otro; como en las personas a las que se dirige, ya que la acogida humanitaria es para personas que llegan vía la valla africana o las costas, mientras que el de refugiados es exclusivo para quien solicita asilo y protección internacional, sin importar su modo de entrada. «Hay algunas personas que nos manifiestan su intención de solicitar protección internacional y tramitamos este proceso», comentó Lorenzo, algo que se realiza con un análisis previo de su documentación y de su situación.

El trabajo de MPDL con estas personas en acogida humanitaria les lleva a ver situaciones duras de inmigración, ya que una persona no sale de su país y salta a España, sino que lo normal es pasar meses o años de trayecto en el continente africano. «Son situaciones complicadas en las que viven situaciones de violencia, casi diríamos de explotación por pagar dinero a las mafias o arriesgar su vida saltando una valla o en el mar, donde hay compañeros y amigos que en el trayecto han fallecido».

De hecho, Lorenzo recuerda casos de este año como el de una persona que llegó al proyecto con un cáncer de estómago terminal y que tras un periodo en el hospital, cuando tuvo oportunidad se reunió con su familia en Francia para fallecer. También hubo un joven que murió por enfermedades a los dos días de la acogida. «Fue un chico de Guinea Conakry, que dejó a su mujer y dos hijos en su país, no sabía que tenía VIH y nos pusimos en contacto con su familia y su mujer era portadora y sus dos hijos también». «Son situaciones que te marcan», recuerda Lorenzo, para señalar que MPDL cuenta con protocolos con el servicio de salud regional para atender a estas personas, con un amplio reconocimiento médico que se les práctica a su llegada a la capital.

«No tengo a todos los que han participado en el proyecto en la memoria pero hay gente que me han dicho es la primera vez que me tratan como una persona. Otros, que es la primera vez que consigo dormir tranquilo y en paz desde pequeños porque nacieron en países rodeados de violencia».