Esencia Talaverana

Raquel Santamarta
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Los Amigos de Javier Segovia evocaron los bailes de la Feria que tenían lugar en torno a la emblemática fuente • El repertorio estuvo formado por temas de la época

Concierto de la Asociación Amigos de Javier Segovia - Foto: /Fotos Rueda Villaverde

En 1925 se inauguró la Fuente de La Talaverana del parque de Gasset, una obra de Ruiz de Lerma que no tardaría en convertirse en el epicentro de la vida social durante la Feria y fiestas de Ciudad Real. A su alrededor se celebraban unos bailes llenos de glamour y encanto, que ayer la asociación cultural Amigos de Javier Segovia rescató de la memoria colectiva de la mano de la escuela Azúcar.

Así, tras dar lectura a una crónica de Manuel López Camarena, El tiempo vuela, décimo sencillo de Los Pekenikes, inició un concierto para el recuerdo en el que se sucedieron las versiones de muchos de los cantantes que en su día pasaron por La Talaverana. Es el caso de Nino Bravo, quien actuó en el recinto en agosto de 1972, pocos meses antes de su fallecimiento con sólo 28 años. Ayer, los Amigos de Javier Segovia se atrevieron en el templete de los remodelados jardines del Prado con Cartas amarillas.

También sonaron los acordes de Johnny B. Goode de Chuck Berry, considerada una de las primeras canciones de rock and roll puro de las que se tiene constancia. De igual modo, las populares Quizás, quizás, quizás, Caminito, La chica de ayer, La negra Tomasa, Me quedo contigo, Oh, qué será y Bailando el twist pusieron música a una noche en la que los termómetro se resistieron a bajar sus grados. Y entre tema y tema, la proyección de imágenes de la época, fundamentalmente reseñas de prensa, así como tres narraciones cargadas de sentimiento le dieron un toque de nostalgia a un espectáculo en el que Quién te cantará de Mocedades fue el tema elegido para dar paso al acto institucional.

nuevos amigos. De este modo, se procedió al nombramiento de los dos amigos de Javier Segovia para este año: Francisco Fernández de Simón y Evaristo Martín Martín, que recibieron una placa acreditativa de su nueva condición; al tiempo que las autoridades municipales procedieron a imponer el pañuelo de yerbas al busto de Javier Segovia, mientras los asistentes alzaron sus voces para cantar al unísono el himno de la Pandorga. Y es que no hay que olvidar que este colectivo, que enlazan lo tradicional, cultural, popular y costumbrista en un universo musical original y único, ha recuperado el legado de su artífice.