El reventón separatista y el calentón de Torra

ANTONIO PÉREZ HENARES
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El polvorín catalán estalla en el aniversario del 1-O y ante un Gobierno central insostenible ahogado por las polémicas

El 1 de octubre había sido diseñado por el separatismo como la conmemoración de una victoria -mediática e internacionalmente lo fue- y han salido de él con un reventón y el coche, o el tractor en su caso, con el radiador hirviendo. Uno y otro han ido unidos y ambos muestran que la frustración rupturista empieza a aflorar con creciente virulencia. 

El 1-O de hace un año fue posible porque Mariano Rajoy no se adelantó en la aplicación del artículo 155, demorado hasta el extremo para preservar la unidad de los constitucionalistas ante la negativa radical del PSOE (que no venga ahora Isabel Celáa diciendo que ellos lo hubieran evitado) y la ahora ocultada de Ciudadanos, que en septiembre de aquel año se negaba también a ello. A eso se unieron los evidentes errores del anterior Gobierno y de la vicepresidenta Soraya Saénz de Santamaría, en cuanto a información, prevención, anticipación y comunicación que permitieron el éxito separatista. Los colegios debieron cerrarse anticipadamente y antes de ser tomados por los separtistas haber sido controlados por las Fuerzas de Seguridad a las que se envió después a una encerrona donde su actuación los victimizaba. Fiarse de los Mossos fue de una estupidez manifiesta. Los servicios de información fallaron con estrépito tanto en esto como en la detección de las urnas. En el apartado comunicacional, el Gobierno desapareció del combate permitiendo que los independentistas convencieran al mundo de que aquello había sido una masacre. De los famosos 1.000 heridos, tan ficticios como hoy desaparecidos, ahora mismo solo queda la dedos rotos, a quien le vendaron la otra mano porque era una falsedad absoluta. Ganaron la batalla de la propaganda por goleada.