La 37 se escribe con 'm'

M. Sierra
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Dos espectadores habituales eligen 'Mendoza' y 'Misántropo' como los mejores montajes de una edición en la que se han dado cita, afirman, « los directores más destacados»

Cristóbal Suárez - Foto: Festival

Rafael Cremades es hombre de costumbres, al menos en lo que al teatro se refiere. Cada año, la noche en la que se presenta el programa del Festival Internacional de Teatro Clásico, estudia las propuestas y elige los montajes a los que irá. En esta edición, 21, de los 54 que había programados. Y una vez elegidos compra sus entradas, si es posible, «en la primera fila» de cada uno de los cinco espacios que conforman la muestra por «soy bajito y me gusta ver todo el escenario».

Es uno de los grandes asiduos de este Festival, y uno ejemplo claro de ese «público fiel» del que suelen hablar los actores que pasan por esta villa.

Explica Cremades que para hacer su selección se basa siempre en los directores, «de los que yo no he echado este año en falta a ninguno», y después en los actores. Ylo mismo hace para tachar de la lista. Aclara que en lo posible huye de las caras excesivamente conocidas, que no siempre son garantía de un buen espectáculo. Y dicho esto no le duele en prendas asegura que «este año Natalia (Menéndez) ha traído lo mejor de lo mejor». Prueba de ello, dice, es que de las 23 obras que seleccionó para el mes de julio, solo cuatro no han sido de su agrado. Para los amantes de los tantos por cientos y las cifras, esto significa que el 80% de lo que ha visto este madrileño afincado en Almagro, desde hace cinco años, ha sido de su agrado. Un porcentaje, sin duda, a favor del Festival.

Con la muestra a la espera del balance final que realiza la fundación, y que se dará a conocer hoy, Cremades confirma que no solo no se equivocó al elegir, sino que además aquella elección le ha deparado alguna que otra «grata sorpresa», como la de Donde hay agravios no hay celos, que le ha llevado a convertir a Helena Pimenta «en uno de los directores escénicos a tener en cuenta».

En el apartado de sorpresas, también, El caballero de Olmedo, de Lluis Pasqual, «extraordinaria», y que destaca por la «valentía» de la puesta en escena. Una lista en la que también se puede encontrar Pulgarcito, ganadora del certamen Barroco Infantil, y Mendoza, el triunfo de Almagro Off, que define como «impresionante», además de digna de una de las «matrículas de honor» de esta edición.

Por encima de ésta, en su opinión, la mejor de la edición, Misántropo, una «espectacular versión de Miguel del Arco, que siempre es un valor seguro». Digno broche, asegura, para cerrar la programación del Aurea, que se ha convertido en el escenario que mejores montajes ha presentado gracias a propuestas como Las amistades peligrosas, Amleto y Otelo. Y todo ello pese a las opiniones desiguales que giran en torno a funciones como, Los Mácbez, La cortesía de España, El perro del hortelano y El castigo sin venganza.

En cuanto a los montajes que no han sido de su agrado, Anfitrión, de un Eduardo Vasco que dice que le ha desilusionado un poco, y que conseguía la ovación del público solo unos días antes con su versión de Otelo; y La Joven compañía, de la que asegura que no le gustó ni el texto, ni su forma de interpretar el verso, pese a tener a uno de los grandes maestros de dicción que existen en el panorama español en esta materia, Vicente Fuentes. «El verso hay que decirlo bien, no se puede renglonear que es algo en lo que fallan muchos actores».

Una buena edición. En general, cree que este año si ha destacado por algo la 37 edición ha sido por la valentía que han mostrado muchas compañías al decidirse por mirar a los clásicos desde el siglo XXI. Y coincide con La Tribuna en que este año, sobre las tablas han ganado los pantalones vaqueros, (los trajes de chaqueta, los calzoncillos, las cazadoras de cuero) frente a los miriñaques, las capas y las golas.

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