La Diócesis volverá a hacer públicas sus cuentas a finales de año

I. Ballestero
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Aunque no está entre las nueve que se auditarán este año, Ramírez de Arellano confirma que el balance se ofrecerá en el último trimestre

La Iglesia ha puesto en marcha en este ejercicio un plan de transparencia por el que llevará a cabo hasta diez auditorías externas, que se desarrollarán a cargo de la empresa PricewaterhouseCoopers (PwC), una de ellas de la Conferencia Episcopal y nueve en otras tantas diócesis de todo el país, entre las que no se encuentra la de Ciudad Real, tal y como confirmaron a La Tribuna fuentes de la propia Diócesis. Eso sí, tal y como aseguró el ecónomo ciudadrealeño, Vicente Ramírez de Arellano, eso no impedirá que el Obispado de Ciudad Real haga públicas sus cuentas durante este año, «algo que ya realizamos el año pasado y que volveremos a hacer». Según el propio Ramírez de Arellano, el balance económico de la Diócesis de Ciudad Real se ofrecerá en el último trimestre de este año, «octubre o noviembre», y en él se detallarán los ingresos y los gastos de la misma.

Ramírez de Arellano subrayó el «esfuerzo en materia de transparencia» que realiza la Iglesia a través de la aprobación del Plan de Transparencia y Modernización que presentó días atrás el Consejo de Economía de la institución católica, aunque recordó que ese esfuerzo en esta materia «se viene realizando de antes, tiempo atrás, con la publicación de las cuentas de ingresos y gastos de nuestras parroquias». La Diócesis se volverá a sumar a este esfuerzo a finales de este año, publicando sus datos correspondientes a este ejercicio, en el que avanzó que el dinero recaudado a través de la Campaña de la Renta «supone alrededor de un 20 por ciento de los gastos básicos de la Iglesia».

Además, el ecónomo de la Diócesis de Ciudad Real también quiso subrayar que el Estado «no da ningún dinero a la Iglesia, ya que lo que se recibe viene del bolsillo de los ciudadanos, así que es un acto libre por su parte para el sostenimiento de nuestra labor». Ramírez de Arellano situó el plan de transparencia en un intento «por hacer un gran esfuerzo en modernizar el sistema de gestión de la Iglesia», cuya labor, hizo hincapié, «va en beneficio de los creyentes, por un lado, pero también de los no creyentes y ciudadanos en general, ya que muchas de nuestras acciones sociales se dirigen a la totalidad de la sociedad, sin distinción sobre su creencia religiosa», por lo que agradeció la aportación que realizan los contribuyentes.