Palmero completa su Sancho destinado al museo del Quijote

Diego Farto
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El artista hace una reflexión sobre el idealismo del caballero combinado con el materialismo de su escudero, aunque en realidad son dos actitudes complementarias

El artista de raíz almodovareña Alfredo Palmero acaba de concluir el retrato de Sancho Panza destinado al Museo del Quijote de Ciudad Real. Esta obra es complementaria de la que realizó el pasado mes de julio con el rostro del caballero de la triste figura.

El pintor, nieto del Maestro Palmero cuyos retratos de personajes cervantinos vertebran una de las salas del museo situado en la ronda de Alarcos, reconoció que dar forma a un retrato de un personaje que ha sido imaginado tantas veces, es un reto porque «todo el mundo tiene una imagen de Sancho Panza», por lo que su obra debe estar «dentro de esa visión que todo el mundo tiene», pero al mismo tiene que darle «un toque personal», lo que tiene una gran dificultad, aunque a su juicio «siempre se puede hacer y en este caso lo que he intentado es que haya una cara de gran tamaño (1,60 x 1,10 metros)», reconocible en sus rasgos, pero cuente algo más.

Al mismo tiempo, Palmero reconoce que tanto esta obra como el retrato del hidalgo manchego que es su precedente inmediato, se separa «de lo que yo estaba haciendo hasta ahora», con una narrativa pictórica diferente.

A juicio del pintor, las figuras de Don Quijote y Sancho expresan una dualidad, idealismo-materialismo, que es también una complementariedad. «Siempre he pensado que en el fondo, los seres humanos somos la suma de ambas figuras, tenemos el ideal de la utopía, de ir más allá de lo que se puede», que es lo representa el caballero andante, «pero tiene que estar siempre alineado con lo que es la realidad, tenemos que comer todos los días», que es lo que mueve al escudero. «Tenemos una parte espiritual y una parte material que se reflejan en estas dos figuras», que Cervantes «lleva al extremo». A su juicio, el espectador que acuda a ver el retrato de Sancho directamente, sin la intermediación de la fotografía, «apreciará que esa parte más material que tiene Sancho Panza», que se refleja especialmente en su mirada, en «unos ojos penetrantes, inquietos, incluso maliciosos», subraya Palmero en el texto que acompaña la presentación de esta obra.

Con estas dos obras el artista da continuidad al vínculo entre Don Quijote y su escudero con el arte, puesto que desde 1618 en que apareció la primera ilustración, han sido cientos de artistas los que han hecho su contribución a hacer de ambos un icono mundial.

La colección para el museo ciudadrealeño aún tiene que completarse en el futuro con otros personajes de la novela, una lista aún por definir.