Sobre la realidad de las personas que viven en riesgo de pobreza pueden dar testimonio claro asociaciones como Cruz Roja y Cáritas, que se han convertido con el mayor azote de la crisis, más que nunca, en puertas abiertas en las que buscar el refugio que el día a día no ofrece. A partir de programas de ayuda económica directa, para el pago de recibos, la compra de libros o la compra de comida; o de rutas de acompañamiento y programas para la inserción en el mercado laboral, ambas organizaciones tienen también en su poder cifras con las que atestiguar que lo peor de la crisis no ha pasado, y que si algo ha hecho la coyuntura económica es cambiar el perfil de aquellos que tocan a su puerta porque saben que tras ella se esconde la mano siempre tendida.
Cruz Roja también tiene cifras que ofrecer. Por ejemplo, las 55.000 personas a las que llegan anualmente en la provincia a través de sus diferentes programas, algunos de ellos que tratan de combatir de manera directa la exclusión social y la pobreza. «Con la crisis, en el año 2012, Cruz Roja marcó una estrategia contra la exclusión social y la pobreza que comprende ayudas directas a personas y familias, y que abarcan todo tipo de campos», aseguró la directora provincial de la organización no gubernamental en la provincia, Dolores Moreno. Y empezó a relatar.
Cruz Roja entrega ayudas económicas directas para ayudas de alimentación adulta, en alimentación infantil, higiene adulta e infantil, ayudas para limpieza del hogar, ayudas de farmacia, ayudas de vestuario, ayudas para pagar hipotecas y alquileres, en ayudas de suministros, luz agua y calefacción, en ayudas a libros de texto para los hijos de estas familias, lotes de material escolar, becas de comedor y pañales. «Llegamos a todo lo que podemos, y tratamos de ayudar a todas las personas a las que podemos llegar», incidió Moreno, que recordó que a este programa, destinado a las familias, también se suma la atención de emergencia a personas sin hogar, que en la capital permitió el acompañamiento y la asistencia de 134 sin techo en el año 2014, y que en lo que va de año, hasta el mes de agosto, ya ha atendido a otras 103 personas, 73 hombres y 30 mujeres.
Tanto se han abierto los brazos de organizaciones como Cruz Roja que ahora también se ocupan de promocionar planes de empleo, y de tratar de poner a disposición de todos los que llegan a su vestíbulo las herramientas necesarias para salir con más garantías en busca de la reinserción laboral. «Entre enero y junio hemos trabajado con 587 personas, sobre todo entre 50 y 55 años, que tienen muy difícil volver a entrar al mercado de trabajo», subrayó Dolores Moreno.
cambio de perfil. Junto a Cruz Roja también trabaja para combatir la exclusión social Cáritas, a través de su Interparroquial. La directora en la provincia es Chelo Almodóvar, que identifica un cambio de perfil en los demandantes de ayudas. «Antes acudían a nosotros sobre todo mujeres, y había más extranjeros que ahora; de un tiempo a esta parte vienen familias enteras a pedirnos ayuda», aseguró. Y hacen lo que pueden.
A través de la acogida parroquial se abre para aquellos que lo necesitan un itinerario que pone a su disposición ayudas directas, por ejemplo, para la compra de comida o pago de recibos, además de para adquirir material escolar, pero también un programa de acompañamiento que trata de combatir la muesca profunda que deja en la mente la situación de angustia y necesidad de las familias. «No queremos sólo darles ayudas y quedarnos ahí, queremos acompañarles y ayudarles a superar esta situación, porque sabemos que es un trago muy difícil de pasar», relató Almodóvar.
En la actualidad, además de ayudas y acompañamiento también tienen itinerarios laborales para el reciclaje de los trabajadores. «Les ayudamos a tener más herramientas para volver a trabajar, y lo único que lamentamos es no poder generar, de momento, puestos de trabajo, pero es algo que nos gustaría hacer en el futuro», finalizó.