Juan del Hierro es hijo de militar (su padre fue el último gobernador militar de Ciudad Real, cargo al que sustituiría luego el de subdelegado de Defensa) y conoce desde pequeño las exigencias de la vida castrense: siguiendo los destinos de su padre, cursó primero de BUP en Ronda, segundo en Córdoba, tercero en Ciudad Real, en el Instituto Santa María de Alarcos, y COU en Toledo. La tradición familiar y la vocación, «vivir en un ambiente de una familia militar al final cala», apunta, le llevaron a preparar el examen de ingreso en la Academia General Militar, donde coincidió con un ilustre compañero de promoción, el Príncipe de Asturias. 

¿Sigue manteniendo la amistad con el Príncipe?

Sí, somos compañeros de promoción. Iniciamos nuestra relación en 1985, cuando ingresó en la AGM como cadete. La última vez que le vi fue en el ejercicio Luñol 2014 el pasado día 1. No fue una visita rutinaria, se integró en los equipos y como el mismo dijo, «he venido a trabajar, me gustaría ver y pisar los escenarios en los que simuláis la emergencia y ver de primera mano como trabajáis y como aprendéis a resolver las incidencias». Estuvo con nosotros toda una mañana y pude cambiar impresiones con él y me dijo que le gustaba todo lo que hacíamos y nos animó a seguir por el mismo camino.

Por lo que cuenta, Su Alteza Real gana en las distancias cortas.

Parece distante, como cualquier representante institucional, pero es muy cercano, le gusta el contacto con las personas y hablar con la gente, quiere enterarse de todo de primera mano y no quedarse en lo superficial. No se escuda en el cargo para mantener las distancias, baja a la arena y le gusta ver de primera mano qué es lo que hacen los ciudadanos. Siempre que viene de visita tiene un rato para departir con quienes fuimos compañeros de promoción, está muy pendiente. Hace poco han fallecido algunos compañeros y siempre ha estado en los funerales o ha ido a visitar personalmente a las familias. 

¿Y cómo lo ve como futuro rey? 

No me cabe ninguna duda de que está excelentemente preparado para cuando llegue el momento de la sucesión porque he estudiado con él, conozco las vicisitudes por las que ha pasado a lo largo del tiempo y sé que está capacitado para el cometido que le espera.