«La Unidad Militar de Emergencias está llena de paracaidistas y de legionarios»

Pilar Muñoz
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El teniente coronel Juan del Hierro. - Foto: LT

Tres años en la Brigada Paracaidista, cinco en la Legión, otros tres en la Guardia Real, misiones en Bosnia-Herzegovina, Irak, la República del Congo, tres años en el cuartel general de la OTAN en Estados Unidos, ... La hoja de servicios del teniente coronel Juan Manuel del Hierro Rodrigo (Ciudad Real, 1964) muestra la especialización y la capacitación profesional que han alcanzado los mandos de nuestras Fuerzas Armadas. Ha recorrido los cuatro continentes en misiones de paz y ha vivido en nueve ciudades distintas. Acaba de cumplir un año al frente del primer batallón de la Unidad Militar de Emergencias con base en Torrejón de Ardoz.

¿Qué tal este primer año al mando de la UME?

Ha sido un año muy intenso, de completar, de aprender y de marcar mi estilo en el batallón de la Unidad Militar de Emergencias siempre bajo las directrices y las órdenes del general jefe de la Unidad Militar de Emergencias, el teniente general César Muro Benayas. Es un hombre bastante preparado y creo que avanzado a su tiempo porque tiene las ideas muy claras y ha marcado unas directrices y unas órdenes concretas bajo las cuales la UME está ganando mucho peso a nivel nacional e internacional.

¿En qué operativos de la unidad ha participado en estos meses?

Hemos intervenido en bastantes operaciones, no sólo en la lucha contra incendios forestales, que es donde más se nos ve. También se ha avanzado mucho en búsqueda y rescate. Por ejemplo, hemos participado en una operación de búsqueda en Oliete (Teruel) donde nuestros perros fueron capaces de localizar a una persona que había desaparecido, y se han hecho también operaciones de menor envergadura en la nieve, en el Pirineo. El año pasado sí que hizo falta evacuar a personas en Benasque, pero este año menos.  El balance es positivo, de seguir construyendo la unidad y de seguir avanzando hacia el futuro.

¿Cuántas personas la integran?

Globalmente, la UME cuenta con 3.900 efectivos. El batallón que yo mando tiene 570, hombres y mujeres. Es de destacar que las mujeres juegan un papel muy relevante en la Unidad Militar de Emergencias, y en el batallón hay 35 mujeres distribuidas en todos los empleos, oficiales, suboficiales y tropa. Hay oficiales, tenientes muy preparadas, una de ellas en la unidad de zapadores de la compañía de ingenieros. Fue la responsable de montar el puente que la UME instaló en Mestanza en 2010 y para eso hay que tener unos conocimientos y unas dotes muy notables; en el ejercicio que hicimos en Valencia hace un par de semanas volvió a encargarse del montaje. El batallón tiene ese puente a su cargo y siempre que hay una inundación en cualquier parte de España tenemos que desplazarnos e instalarlo donde se nos mande.

¿A qué ejercicio se refiere?

Al Luñol 2014, un supuesto práctico de adiestramiento, un ejercicio a partir de un supuesto gran terremoto con 300 o 400 víctimas, 3.000 o 4.000 desplazados y un montón de problemas en la zona de Valencia, de ahí el nombre ficticio de Luñol, una asociación entre la ciudad de Lugo, en Galicia, y la localidad de Buñol. En un primer momento, debía intervenir la comunidad autónoma, que es la primera en responder ante emergencias y catástrofes, pero, vistos la envergadura y los daños, se declaró el nivel 3, por lo que la dirección de las operaciones pasa al Estado, al Ministerio del Interior. Es entonces cuando entra en acción la UME al completo, con su general jefe al frente, bajo las órdenes del ministro del Interior. Este ejercicio fue muy importante tanto por el número de personas que participaron, de la UME, del Ejército y de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, como por la presencia de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, de los ministros de Interior y Defensa y de todo el consejo de Seguridad Nacional que participaron de manera efectiva en el simulacro a través de videoconferencia. En ningún supuesto anterior se había contado con la intervención efectiva de estas autoridades y eso para nosotros ha supuesto un respaldo moral.

¿Qué diferencia a la UME de una unidad regular del Ejército? ¿Hay más especialización?

Hay una diferencia muy importante. La primera es que ahora la UME está preparada, adiestrada, se instruye día a día, y, por tanto, conoce perfectamente los pormenores de la intervención ante cualquier tipo de emergencia. Antes la participación era importante, pero era de apoyo. Muchas veces los cometidos era secundarios.

Usted ha servido en la BRIPAC y en la Legión, dos cuerpos que tienen sus especialidades. ¿El día a día en la UME es muy distinto al de las unidades citadas?

Son unidades muy distintas, cuya finalidad es diferente, pero lo cierto es que la UME está llena de paracaidistas y legionarios. Al final son actividades que atraen. El ciudadano español que sirve en las Fuerzas Armadas es una persona solidaria, trabajadora, a la que le gusta servir a sus conciudadanos, y las emergencias son situaciones en las cuales el apoyo al ciudadano se ve de manera más directa y es muy atractiva para todos. Si he constatado que para los profesionales de las Fuerzas Armadas hacer una parte de su carrera en la UME es una experiencia añadida que completa y complementa muy bien el servicio que se hace en unidades como la Brigada Paracaidista o la Legión.

¿Cómo se prepara la UME para intervenir?

La UME tiene un programa de instrucción y adiestramiento que es muy exigente. El día a día es muy duro. Tras hora y media diaria de educación física empiezan los programas específicos de instrucción y adiestramiento, orientados a prepararse perfectamente para combatir las emergencias: inundaciones, riadas, lucha contra incendios forestales, búsqueda y rescate, donde somos unidad de referencia internacional. La instrucción y búsqueda y rescate son muy exigentes y somos referencia porque, por ejemplo, el primer equipo del batallón ganó la cualificación de Naciones Unidas; fue una certificación que se ganó en 2010 y que fue muy exigente en cuanto a preparación y conocimiento de idiomas. Fue coincidiendo con la participación de la unidad en el terremoto de Haití.

La creación de la UME en 2005 no suscitó muchos elogios. Sin embargo, el paso del tiempo parece que ha trocado aquellas lanzas por cañas.

Al principio, todo lo que es nuevo origina un poco de recelo, pero cuando se ve su eficacia, su necesidad y su utilidad, todo eso se supera, y ahora mismo  puedo decir que hay muchas personas que ven servir en la UME como una experiencia muy buena en cualquier tramo de su carrera militar.

Por lo que conoce de su padre, el coronel Del Hierro, y por su propia experiencia, ¿cómo ha evolucionado el ejército en estos 30 años?

Mucho. Cuando salí con el empleo de teniente en el 89, las Fuerzas Armadas eran fundamentalmente de reemplazo y ahora tenemos unas Fuerzas Armadas profesionales. Antes quizá la eficacia era menor pero creo que el servicio militar era muy útil para que los españoles conocieran que se puede servir a todos los demás en actividades de carácter castrense. Ahora lo hacemos de una forma más profesional y quizá más perfeccionada, los medios técnicos que empleamos son muy modernos, muy técnicos, y necesitan una preparación  constante, y por tanto ahora son más eficaces. Ahora estamos preparados para intervenir en cualquier parte del mundo en cualquier momento, y antes eso, por cuestiones legales, era más complicado y más difícil.

¿Ha mejorado la percepción de los españoles hacia el ejército?

Sí.

En esa mejora ha tenido que ver la participación de España en operaciones internacionales bajo el mando de la OTAN y la ONU. Usted participó en dos de ellas, en Bosnia y en el Congo ¿Cómo fue?

He tenido la fortuna de participar en operaciones en Bosnia-Herzegovina dos veces, la primera en 1992, durante la guerra, y la segunda en 1997, cuando ya la OTAN estaba haciendo una operación de estabilización. Las diferencias entre las dos épocas fueron notables. En 1992-1993 era una guerra total, una situación muy dramática; vi escenas realmente duras, tuvimos que hacer misiones en las que realmente hubo que emplearse bien a fondo todo lo que habíamos aprendido, aplicar nuestra profesionalidad y echar una mano a los pueblos serbiobosnios. En la segunda ocasión, en 1997, donde ya había una estabilidad, era una situación de calma tensa en la que ya se estaba tratando de estabilizar la situación, ya se notaba cierto despegue económico, se trataba de construir lo que la guerra había dejado destruido. Fueron dos experiencias muy intensas, que enriquecieron mi manera de ser y sobre todo mi experiencia  profesional. La primera una guerra total, de devastación; y la segunda, de ver como superado el conflicto entre las partes se llegaron a unos acuerdos con ayuda internacional para construir de nuevo los distintos países en los que se dividió la antigua Yugoslavia.

¿Y en El Congo?

Esa misión en la República Democrática de El Congo en 2006 me impactó profundamente porque se ve como el día a día es duro. Allí las personas se levantan y no saben si van a llegar a la noche. Sin embargo, lo que más me llamó la atención es el espíritu de serenidad, de alegría, de convertir lo poco que tienen. Me impacto mucho.

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