Un año negro para el Bitcoin

CARLOS CUESTA (SPC)
-

Las criptomonedas atraviesan un momento difícil al acumular una depreciación media de más del 80% de su valor en relación al ejercicio 2017 debido a su volatilidad, los ataques de los 'hackers' y el exceso de regulación

Un año negro para el Bitcoin

El año 2018 pasará a la historia como uno de los más difíciles de analizar para los mercados inversores de todo el mundo. Han sido 12 meses de auténtica montaña rusa que ha terminado con un balance muy negativo después de haber mantenido una tendencia alcista de beneficios durante el primer semestre. 

Tras una crisis económica internacional muy difícil, y cuando todo apuntaba a que la recuperación este año era un hecho, el año que ahora cerramos deja a las principales Bolsas europeas en números rojos con pérdidas de un 14% de media con su peor resultado anual desde 2008. En Estados Unidos, el índice Dow Jones acumula unas pérdidas por encima del 12% y en España, el Ibex 35 cierra el ejercicio con un pasivo próximo al 16%.

El complicado proceso del Brexit entre el Reino Unido y Europa, las diferencias marcadas entre Bruselas y los Estados de la UE como Italia, Grecia o España, unido a la disputa comercial entre Washington y Pekín o la noticia de la pasada semana del cierre parcial de la Administración Trump han afectado a los mercados y han reducido las previsiones de crecimiento y las ganancias de las empresas.

En este contexto de incertidumbre y desconfianza, los inversores de criptomonedas son quizás los más decepcionados al no mantener su tendencia alcista y no recoger los frutos que esperaban después de que en 2017, una divisa como el Bitcoin, superara todos sus máximos históricos en los mercados de valores llegando a cotizar por encima de los 20.000 dólares.

Actualmente, el pesimismo se ha apoderado del mercado cripto al registrar pérdidas superiores al 80% y dejar el Bitcoin en los 3.744 dólares, con una volatilidad de vértigo que en un solo día puede dispararse tanto un 40% al alza como a la baja sin que nadie pueda dar una explicación convincente. Se trata de un producto no apto para cardíacos y, mucho menos, para aquellas personas acostumbradas a invertir en valores bursátiles a través de créditos bancarios.

Ante un escenario así, cada día aparecen mensajes contradictorios de expertos economistas asegurando, unos, que se trata de una burbuja que no tiene ningún futuro mientras que, otros, no se dejan convencer por el pesimismo de la cotización de los últimos meses y consideran que la volatilidad experimentada se ha debido a factores externos de una desaceleración de la economía mundial, una mayor regulación de las divisas digitales en las principales potencias económicas o, incluso, la aparición de demasiados casos de fraude en un entorno incipiente que debe aún madurar mucho y que ha generado una enorme desconfianza.

Una postura intermedia, es la de un grupo de profesionales financieros que se muestran más cautos y prefieren esperar más tiempo antes de pronunciarse y aventurarse a predecir el futuro del Bitcoin o del resto de las más de 1.600 criptomonedas que existen a día de hoy y que, según comentan, este tipo de tokens garantizan un entorno transparente, sin comisiones bancarias ni una pleitesía al dólar que actualmente obliga a que cualquier transacción en el billete verde aporte plusvalías a sus entidades y a su sistema monetario. 

Para EEUU, el Bitcoin representa una amenaza en su sector financiero y tratan de combatirlo con todas sus armas, lo mismo que los principales bancos mundiales que han creado su propia criptomoneda, el Ripple, para tratar de regularizar todas las transacciones y seguir cobrando comisiones que con el resto de divisas digitales ya no perciben. Su objetivo es únicamente retrasar la implantación de la tecnología blockchain mientras la incorporan en sus propios equipos para seguir lucrándose y teniendo el control. Hoy se puede pagar con Bitcoin desde cualquier parte del mundo la compra de una casa de millones de euros, las joyas más caras o cualquier producto de lujo sin necesidad de transferencias bancarias, ni de notarios intermediarios ni corredores de comercio. Se trata de una nueva realidad que pone en peligro los intereses del sector financiero tradicional y de las grandes potencias económicas que, hasta ahora, para cualquier tipo de operación gravan su comisión.

Pese a tantos ataques del sector financiero, prohibiciones de países emergentes que ven en las criptomonedas la ruina de sus sistemas monetarios, las estafas y robos millonarios de los hackers, el número de inversores se ha multiplicado exponencialmente durante el último año en todo el mundo y países como, por ejemplo, Suiza, están destinando millones de euros en ser los pioneros de esta nueva tecnología que, pese a los cambios que aún debe experimentar, todos los economistas expertos aseguran que se trata de la moneda del siglo XXI que dominará las compras del futuro.