La adolescencia por los adolescentes

H.L.
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Una serie muestra el cambio vital de los estudiantes del colegio Nuestra Señora del Prado,a través de cortometrajes rodados cada dos años por los alumnos y alumnas

Hace unos años, la película Boyhood causó sensación al narrar una historia de 12 años entre un padre y su hijo y que está rodada durante ese mismo periodo. Se trata de un trabajo en el que los actores van creciendo y envejeciendo delante de las cámaras, sin que sea necesario retoques fotográficos o maquillaje para la edad. Dos años después de su estreno, en 2016, estudiantes del colegio Nuestra Señora del Prado (Marianistas) rodaron Trece, un corto documental en el que respondían una serie de cuestiones desde su mirada de inicio a la adolescencia. Esta iniciativa, rodada por las estudiantes y coordinada por el profesor del centro Francisco Fernández de Simón, ha tenido su continuidad como Quince, y tendrá un tercera parte con Diecisiete, para mostrar el paso de un grupo de ciudadrealeñas desde la adolescencia hasta casi la mayoría de edad. Los dos primeros documentales se pueden ver en la web y en el Facebook de Nuestra Señora del Prado Marianistas (www.marianistas-cr.org).Lucía Cendrero, Paula Isabel Hueso, Salma Méndez, Marta Pinilla y Esther Paulino son cinco de las protagonistas de Quince y tres de ellas, Cendrero, Hueso y Pinilla, participaron además en Trece, por lo que forman parte de esta experiencia audiovisual al estilo Boyhood. El corto anterior nació por otra alumna, María Hervás, que estudiaba en una escuela de cine y se hizo tras una petición para participar en un certamen escolar de cortos y el elenco se completa con Alberto Luengo, Pablo Zamora, Alejandra Corral, Hugo Muñoz, Belén Rivas, Claudia Serrano, María Barchino y Nerea Sanz. «Nosotros empezamos a crear algo, sin saber muy bien lo que estábamos haciendo y consistió en cinco preguntas que íbamos respondiendo», explicaron las actrices adolescentes de ambos cortos.

Quince surge al solicitarles otro cortometraje y cuenta la perspectiva, desde el punto de vista adolescente, «de todo lo que ven y de lo que puedan transmitir a quien lo ve cuando escucha a un adolescente hablar», dijo Esther Paulino. «Muestra nuestra visión del futuro, algo que los adultos ven y que nosotros solo tenemos como la impresión de lo que va pasar», señala otra de las participantes. La diferencia entre un cortometraje y otro es «muchísima, no solo en el modo de ver las cosas sino en la cantidad de medios que teníamos», indica Cendrero, quien recuerda que no es que hayan disminuido en dos años sus miedos, sino que «no son los mismos».