El 15-M busca el eco de su propia voz un año después

M. Chaves
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Las manifestaciones de las ciudades españolas, aunque con menos participantes, recuperaron el sentir del movimiento

Manifestación del 12 de Mayo en Ciudad Real. - Foto: Pablo Lorente

El 15-M cumple un año. Han pasado ya 365 días desde que miles de voces anónimas se unieron en distintos puntos del país, sobre todo en la capital, para reclamar un cambio de modelo político para España, para pedir que los mercados financieros dejasen de apretar el cuello del ciudadano y, por encima de todo, para dejar constancia de su indignación con  la forma de proceder de los dirigentes nacionales por encima de una u otra ideología.

Aquellos que fueron conocidos como los indignados, consiguieron que personas de distintos colores políticos, de distinta edad, sexo y condición terminasen por apoyar una movilización que no pretendía más que poner de manifiesto que el pueblo también tiene voz y que ésta tiene que ser escuchada en algún momento. Obviamente, y como es de agradecer en cualquier país democrático, también hubo  una parte de la sociedad contraria y crítica a aquellos que acamparon en la plaza o que acapararon miles de páginas de prensa.

Quizá todo eso hizo grande y a la vez pequeño al 15-M. Había mucha gente, pero no había líderes, no había ideas concretas y había demasiados detractores cargados de fuerza, y a veces de razón, que acabaron por dinamitar un movimiento que se vio intoxicado por algunos que solo miran por su interés y que, lejos de ser indignados, eran vándalos que buscaban enfrentarse con una Policía que actuó bien y mal a partes iguales.

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