Elisa cendrero por fin despierta

M. Sierra
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Ciudad Real recupera el Museo Elisa Cendrero, tras 14 años cerrado, que pretende convertirse «en un espacio vivo» para la cultura y «recupera un fragmento de la historia de la ciudad» perdido entre escombros y olvidos

Una peseta y una misa. Ese fue el precio que la familia de Elisa Cendrero pidió al Ayuntamiento para cumplir el deseo de esta mecenas ciudadrealeña de ceder su casa a la ciudad para que se convirtiera en museo. Un lugar único que ayuda a entender la historia de esta ciudad en los comienzos del siglo XX, y que desde hoy, tras 14 años de silencio, vuelve a abrir sus puertas al público al que invita a disfrutar de todo un viaje en el tiempo del que «mi abuela estaría orgullosa», aseguró Elisa Céspedes Cendrero, su nieta en el acto oficial de reinauguración que tuvo lugar ayer en el patio del museo.

Un museo, dijo la alcaldesa de Ciudad Real, Pilar Zamora, con el que la ciudad «recupera un espacio importantísimo a nivel cultural». Un espacio que «se cerró para seis meses y que ha tardado 14 años en recuperarse», y convertirse así en un museo «digno de elogio, en el que merece la pena pararse a disfrutar de los detalles». Porque para la regidora municipal «los museos son sitios para ser vividos». Y éste cumple este propósito al abrir sus puertas como sala de exposiciones- actualmente del pintor Carlos Vázquez-, pero también como foro de debate y como sede del nuevo Ateneo Cultural. Un museo que «demostrara que Ciudad Real es cultura, progreso, turismo y desarrollo».

El papel de este museo como catalizador de cultura también marcó el discurso del presidente de la Diputación Provincial de Ciudad Real, que aseguraba ayer que este espacio cultural «hace que hoy Ciudad Real sea más real».

Un proyecto del que se valió para reconocer el trabajo que está realizando al frente de la Alcaldía Zamora, que «con poco ruido, y con mucho trabajo y tesón, junto a su equipo de Gobierno va solucionando problemas que eran fundamentales para la vida de esta ciudad y que se habían abandonado».

En la misma línea intervinieron la subdelegado María Ángeles Herreros y Francisco Navarro, director provincial de Educación y Cultura. Por su parte, Herrero incidió en la importancia de acciones culturales como ésta que «ayudan a hacer más grande la ciudad». Mientras que Navarro destacó el papel de este museo a la hora de recuperar parte de la historia de la capital.

Un museo para «detenerse», para «disfrutarlo», un pedazo de «historia», dijeron en la presentación. Y todo sirve para resumir muy brevemente lo mucho que tiene que ofrecer al visitante el nuevo Museo Elisa Cendrero, con una superficie de 1.500 metros cuadrados, en el que todo es una invitación a la admiración. Empezando por la zona nueva, la entrada a este edificio de 1917, que se estrena porque la familia ha cedido la otra parte de la casa, la que estaba destinada a animales y labranza, para garantizar que éste sea un espacio accesible. Un pasillo alargado que acaba en el que fuera uno de los patios de la casa, convertido para la ocasión en un pequeño muestrario fotográfico de todo lo que ha sido la reforma del museo. A partir de aquí, el visitante sólo necesita atravesar una puerta para entrar en la casa que fue, pero que no se reconoce, incluso sentirse parte de ella recorriendo una a una las múltiples estancias que giran en torno un patio de luces que lo vertebra todo.

El Elisa Cendrero abre sus puertas convirtiendo la planta baja en una exposición del pintor Carlos Vázquez, a partir de la obra que guardaba ya el museo a la que se ha sumado patrimonio cedido por la familia. Hasta el despacho donde el pintor falleció de un ataque al corazón se ha recreado en una de esas salas.

En la primera planta, la visita es toda una invitación a conocer la vida de esta familia, y en especial de Elisa Cendrero, cuyo retrato recibe sin saberlo al visitante justo al llegar a este piso en el que la curiosidad está servida a modo de calentador de cama, de vajilla y hasta de orinales. Basta un minuto por sus pasillos para entender que la reforma era necesaria, pero 14 años, son demasiados.