Luchadoras en la retaguardia

Fran Nieto
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'Las guardianes' narra la historia de unas valientes mujeres que tienen que mantener la granja mientras los varones luchan en la Gran guerra

El director francés Xavier Beauvois (De Dioses y Hombres) estrena una adaptación de la novela de 1924 de Ernest Perochon, Las guardianes, un drama que bucea en la intrahistoria de la Francia rural durante la Primera Guerra Mundial.

La acción comienza en 1915 y se extiende hasta el final de la guerra. Hortense (Nathalie Baye), la matriarca de la familia tiene a sus dos hijos, Constant (Nicolas Giraud), el mayor, que es el maestro del pueblo, y Georges (Cyril Descours), en el frente, y su hija Solange (Laura Smet), a su marido.

En ausencia de los varones jóvenes de la familia (el padre es un anciano que solo se ocupa de destilar alcohol, fumar y entorpecer), son las mujeres las que tienen que ocuparse de sacar la granja Paridier adelante y de realizar todo el trabajo duro del día a día.

 A falta de mano de obra masculina, Hortense contrata para que les ayude en las labores del campo, de la casa y con el ganado, a una joven huérfana, Francine (la debutante Iris Bry), que rescata de los servicios sociales. Al principio, duda de su capacidad para realizar un trabajo tan duro, pero con el paso del tiempo la joven se hace imprescindible en la casa, pasando a formar parte casi de la familia, hasta que su relación con Georges, el hijo menor, transforma rotundamente el concepto que la madre tenía sobre ella.

El ordenado y clasista mundo de la matriarca se descoloca cuando Francine se enamora de Georges. Hortense, que hasta entonces la ha tratado con afecto y aprecio no está dispuesta en cambio a aceptarla como hija. No olvida el estrato social de la joven y tampoco sus propias pretensiones económicas, porque ella ya tiene una mejor opción para su hijo. Por eso, esa mujer que parecía tan íntegra y justa no duda en mentir y mancillar la reputación de la chica con tal de conseguir su propósito de apartarle de su hijo.

El marco de ese drama emocional intrahistórico tiene un tono narrativo muy naturalista, prescindiendo casi en su totalidad de la música (exceptuando momentos precisos), dando prioridad a lo descriptivo sobre lo argumental que, a veces, parece un pretexto secundario para dar agilidad a la historia y no al revés. Solo en el último tercio de la película el argumento se impone con rotundidad dramática para explicar el giro que dan las actitudes de los personajes, especialmente de la madre.

el futuro. Durante el tiempo en que transcurre la historia, igual que avanzan y cambian los sentimientos y actitudes de los personajes, asistimos también a los progresos tecnológicos del momento. Lo que en el frente supuso la introducción de un armamento militar más sofisticado se traduce en el campo en los avances que también aparecen en el sector agrícola, con lo que ello conlleva para el progreso de sus habitantes.

En las guerras,  mientras los hombres se matan, las mujeres son las abanderadas de la vida, de la batalla cotidiana. Luchadoras incansables que consiguen con la ayuda puntual de ancianos y niños, como en la secuencia de la siega, mantener a flote la economía agrícola de un país suspendido, y salir victoriosas, como demuestra la secuencia final, enfrentándose a la adversidad.