La lluvia apagó el miércoles

M. Chaves
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El mal tiempo impidió que la Hermandad de la Flagelación, por primera vez en su historia, no pudiese realizar estación de penitencia

Momento en el que se comunicó a los hermanos que La Flagelación no procesionaría. / - Foto: PABLO LORENTE

El Miércoles Santo de 2013 pasará a la historia de Ciudad Real como el primero en más de 20 años en el que la Hermandad de la Flagelación se quedó en el guardapasos sin poder realizar su estación de penitencia. No obstante, y teniendo en cuenta que la tarde no dio ninguna tregua a la cofradía, la junta de gobierno que preside Emilio Martín Aguirre no tuvo otra opción que rendirse a los acontecimientos meteorológicos y comunicar a sus hermanos que, debido a la lluvia, tanto el misterio de Jesús de la Bondad como el palio de la Virgen del Consuelo tendrían que esperar un año más para ‘pasear’ por las calles de la ciudad.

Aunque desde primera hora pudo vislumbrarse que las opciones de salida eran remotas, la corporación cumplió con la norma y retrasó en media hora la apertura  de las puertas del guardapasos (hasta las siete y media de la tarde); todo, bajo la atenta mirada de un numeroso grupo de nazarenos, costaleros, músicos y familiares que aguardaban con inquietud la resolución final de la junta. A pesar de los nervios lógicos del momento, la cofradía mantuvo la formación y el cuerpo de acólitos ejerció de escolta ante los pasos de la Hermandad. Unos titulares que fueron fotografiados constantemente por todos los presentes en la infraestructura de la calle Quevedo (entre los que se encontraba la alcaldesa, Rosa Romero) y que recogieron los rezos de todos aquellos que confiaban en poder procesionar por la capital.

Finalmente, y después de guardar otro margen de casi media hora, Emilio Martín Aguirre, se situó delante del imponente misterio de la Bondad y de un palio que lucía radiante a las ocho menos cinco de la tarde acompañado por su junta para comunicar el dictamen final: la Flagelación no saldría. Sin duda, un momento de emoción y recogimiento que fue acogido por la Hermandad con respeto, alguna que otra lagrima y la tristeza lógica  que generó su primer Miércoles Santo sin salir.

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