García Rodero, doctora honoris causa de la UCLM

Ignacio Ballestero
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La fotógrafa puertollanera es ya la primera doctora honoris causa de la Universidad de Castilla-La Mancha tras haber recibido del rector y sus padrinos el birrete laureado y los atributos que acompañan la mención

Cristina García Rodero se convirtió ayer en la primera mujer en ser investida doctora honoris causa por la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM). La fotógrafa puertollanense rompió de esta manera un nuevo techo de cristal años después de haberse convertido en la primera mujer en ser miembro de pleno derecho de la Agencia Magnum, y lo hizo con la naturalidad de alguien que habla a través de su trabajo. De hecho, antes de su intervención, que arrancó en el corsé de lo oficial y se deslizó después hacia los márgenes de la anécdota enlazada, García Rodero deseó, primero, «estar a la altura de la responsabilidad que supone este honor», para después hablar sobre su trabajo como el intento sincero de «rescatar de la muerte y el olvido a personas sencillas». Donde no llegaron sus palabras lo hicieron sus imágenes.

La fotógrafa de Puertollano recorrió acompañada de sus padrinos los escalones del Paraninfo Luis Arroyo para protagonizar un acto que, como reconoció el propio rector de la UCLM, Miguel Ángel Collado, «comienza a reparar una empobrecedora limitación», la que suponía que la nómina de doctores honoris causa de la Universidad regional sólo se conjugara en masculino. Antes de que García Rodero hiciera saltar por los aires ese techo de cristal a base de naturalidad, Esther Almarcha, directora del Centro de Estudios de Castilla-La Mancha, pronunció una laudatio en la que repasó lo más granado de la trayectoria de la fotógrafa, y alguna de sus primeras definiciones. «Cristina nunca se agota, siempre vuelve porque cree que puede encontrar un enfoque nuevo», dijo Almarcha sobre una «trabajadora incansable inquieta y con mucha pasión».

Collado impuso a García Rodero el birrete laureado y sus padrinos, Isidro Sánchez, María Rubio y Rafael Villena, le entregaron el resto de atributos de su nombramiento:el libro de la ciencia, los guantes blancos y el anillo con el sello.

Después habló Rodero. Leyó unas líneas ceñidas al protocolo del acto para después dar rienda suelta a la memoria y, pese a la timidez en el comienzo referida, hacer suyo el auditorio. «La fe mueve a mucha gente, la vida es un ir y traer de costumbres y usos», dijo la fotógrafa para tratar de poner palabras al motor que impulsa su trabajo. «Busco pretextos para hablar de la vida», aseguró, al tiempo que confesó que «aunque nunca he sido una universitaria al uso sí que he sido pedagoga de vocación», antes de acercar pueblos, razas y gentes a través de su fotografía. «Todos tenemos los mismos deseos, compartimos el hambre, el amor por los nuestros». García Rodero calló y hablaron sus fotos a través de Entre el cielo y la tierra. Otro techo de cristal había caído.