7.000 almas arrojadas al vino

María Sánchez
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Unos 7.000 jóvenes manchan con vino sus ganas de fiesta • La capital calienta el motor de la Pandorga con un recinto ferial entregado a Baco

Las cientos de camisetas blancas y pañuelos de yerbas que deambulaban ayer por las calles de Ciudad Real a primera hora de la tarde ya auguraban el destino del 30 de julio. Los centenares de jóvenes arrastraban los carros y espuertas cargadas de vino que, desde la estación del tren, la del autobús o desde la plaza Mayor, llegaban a aglutinarse con el mismo fin en el recinto ferial. «Más vino por fuera que por dentro» o «En caso de accidente, no me quiten el vaso» eran algunos de los lemas con los que los participantes en la Zurra levantaban sus vasos y cartones de vino para dejarlos caer por las cabezas de la gente.

Desde Miguelturra, Bolaños, Almagro, Socuéllamos, Villanueva de los Infantes, Picón; desde Talavera de la Reina, desde Zafra e incluso desde Jaén, Madrid y Galicia, llegaron jóvenes que terminaron sumando unos 7.000 según fuentes de Protección Civil, con la única finalidad de «empaparse de vino». Aunque fueron menos que en años anteriores, no les importaron los 35 grados, ni conducir desde otra provincia ni llegar a casa «chorreando calimocho» (como gritaba Silvia Sánchez, una de las almagreñas que no falta a la cita), los zurreros y ‘pandorgos’ jóvenes bebían, se arrojaban los cartones por el cuerpo y corrían como si les fuera la vida en ello con los carros del supermercado en los que llevaban gente.

Lo que comenzó siendo un concurso de limoná es ahora «la mejor fiesta del año»,  dijo Jesús del Amo, un ciudadrealeño que por primera vez acudió ayer a la Zurra. Y es que, por poco que a uno le guste el vino o por mucho que odie mancharse con él, la tarde de ayer no entendía de «tiquismiquis». Decenas y hasta cientos de litros de vino y refrescos llenaban el césped del recinto ferial. De este modo, las que comenzaron siendo camisetas blancas, acabaron siendo rosas, rojas, o, simplemente, acabaron por no ser camisetas.

Al grito de «¡Mi pueblo cantará Pandorga!», culminaba lo que para muchos es la mejor fiesta de España. Y es que no sólo lo dicen los ciudadrealeños, sino que Alberto Lozano, de Madrid, vociferaba  que «en Madrid, el concepto de  la ‘fiesta’ manchega es muy bueno y he comprobado que es verdad». Y el caso es que la fiesta en la que todo vale acaba por convertirse en festejo nacional, gracias a  los «yo tenía un amigo de Ciudad Real que me trajo y ya no puedo faltar» o los «vi fotos en internet y la verdad es que no decepciona». Y no decepciona porque si además hay música, no hay problemas, y los dj’s se encargaron de ello. Por ello, un año más, el recinto ferial consiguió llenarse de jóvenes con un único fin: manchar de vino sus ganas de fiesta, porque en una tarde como la de ayer, todo valía.