Carlos Díaz: «No hay diálogo de civilizaciones posible con el islam porque el islam no ha conocido una Ilustración»

Ignacio Ballestero
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Entrevista con Carlos Díaz, filósofo anarquista y cristiano. Ha escrito más de 250 libros en los que ha tratado todos los asuntos, desde la historia de las religiones hasta su visión de una sociedad ideal

Carlos Díaz Hernández posa para La Tribuna. / - Foto: Juan Lázaro

Carlos Díaz (Canalejas del Arroyo -Cuenca-, 1944) vivió gran parte de su adolescencia en Puertollano. En su extensa bibliografía hay muchas páginas acerca de las religiones, y quizá su obra más importante sea el Manual de historia de las religiones. Es fundador del Instituto Emmanuel Mounier de España y durante los últimos 30 años ha impartido clases como profesor titular de filosofía de la Universidad Complutense. También colaboró con la universidad CEU y con la Facultad de Teología de San Dámaso. Recientemente fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Galileo de Guatemala.

Desde su conocimiento, ¿cómo encaja en el islam lo acontecido hace diez días en París, con el atentado contra la revista Charlie Hebdo?

Como profesor de Fenomenología de las Religiones estoy obligado a ser objetivo, a hablar desde el conocimiento y meterme empáticamente en la piel de un islámico. Es un tema complejo. El islam es una religión monoteísta pero muy diferente al resto de religiones monoteístas. Se trata de una religión de corte teocéntrico: todo lo que Dios enseña o manifiesta es intocable, es decir, no tiene carácter interpretativo, es al pie de la letra. El Corán no admite estimaciones, no tiene teología. Ése es el primer problema, no es una religión sometida al diálogo. Además, su antropología está completamente absorbida por la voluntad de Alá hasta el punto de que el hombre no puede afirmarse como hombre sin afirmarse como creyente. No hay ningún tipo de Ilustración, ni cercanía al diálogo racional. En el islam hay cuatro escuelas jurídicas que son más o menos dialogantes, pero muy escasamente. Por ejemplo, si el Corán dice que hay que lapidar a la mujer adúltera, la escuela más 'occidental' pide para ello cuatro testigos del hecho.

Y parece inamovible.

En algunos países se está dejando de aplicar al pie de la letra, pero no por interpretación religiosa. Un ejemplo de ello es la Ley del Talión, que provocaba que hubiera muchas personas mancas, lo cual influía mucho en el rendimiento laboral. Incluso hay países que hablan ya de atemperar el Ramadán, porque el trabajo de los obreros pierde fuerza. No se puede dialogar con el islam, el Corán lo dice. Ningún musulmán puede ser amigo de un infiel. Puede tener trato correcto, pero ser amigo es participar del dios de otro, así que en esas circunstancias estamos. Además, el Corán fue escrito en diferentes ocasiones, allá donde el profeta entraba en trance. Eso provocaba que dentro del mismo se dijeran cosas con formato contradictorio. Lo que se hizo para evitarlo fue quemar todos los documentos existentes y redactarlo de una forma única. Es imposible su interpretación porque fue dictado por decreto para que no pudiera tocarse más.

¿Cree, entonces, que el islam lleva aparejado cierto grado de violencia?

Es un tema muy complejo que, en cambio, puede ser muy sencillo. Mahoma echó mano de la violencia continuamente, él fue un caso paradigmático como testimonio de violencia. Los grandes califas que le siguieron fueron ampliando los territorios también así. La pregunta es si la violencia es consustancial o circunstancial, y la realidad es que es algo consustancial. Todo islámico que quiera serlo tiene que convertirse en militante del islam, y su teoría santifica lo que llaman guerra santa. Si te opones a mis convicciones de forma violenta, yo me defiendo de forma violenta, sostienen; porque ellos piensan que sus acciones siempre son bélicas, pero lo son de defensa y porque el otro se opone. Pero la realidad es que ¿a qué se oponen los otros? A ser adoctrinados o sometidos a la religión islámica. Y al no caber interpretación, al ser la de Mahoma la última palabra y nada más, no puede haber cambio. El islam tiene un pasado muy duro y un futuro inexistente.

El terrorismo islámico, entonces, no se puede atajar desde su raíz.

En el islam está la afirmación de la guerra que ellos llaman santa o defensiva, pero que en realidad es de expansión. Aquel que se niegue a aceptar o ponga violencia ante el contenido islámico va a recibir el castigo de ser atacado. No se puede dialogar con el islam, es imposible. Cuando el señor Zapatero hablaba de diálogo de civilizaciones era excesivamente optimista por ignorante, no hay diálogo de civilizaciones posible con el islam porque el islam no ha conocido una Ilustración. Ha pasado de la dimensión teocrática a la dimensión política, y tiene un dios teocrático-político siempre despierto para la guerra santa.

Además, hablamos de gente que cree que siendo mártires van al paraíso de las huríes, y que cuanto más maten o más defiendan la memoria del profeta más directamente van a ir al cielo. Es un microcosmos demasiado cerrado, una piña al exterior con muchas diferencias internas.

Esa violencia también ha sido intestina en el islam.

Hay muchas sectas. Yo tengo contabilizadas 186 sectas diferentes y se tratan a muerte. Mira los conflictos entre Irak e Irán, por ejemplo. Allí donde hay un país islámico hay un mapa de sangre.

Su visión como profesor queda dibujada. ¿Y la personal?

Cualquiera puede pensar que tengo prejuicios anti-islámicos, pero no es cierto. Me gustaría que hubiera místicos en el islamismo, con un grado tan profundo como Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz. En general, las religiones tienen un principio de dogmatismo que en el islam es trágico.

¿Por qué es tan atractivo el islam? Occidente incluso exporta militantes a la guerra santa.

El principal es el carácter material, el premio inmediato, el cielo prometido. Otro factor es la ausencia de formación mínima teológica. Yo he dialogado con todas las religiones del mundo, pero nunca a fondo con un islamista. Y me hubiera gustado, pero allí está todo mezclado, hasta el punto de que las leyes civiles no existen, son todas coránicas.

¿Cuál es el futuro?

No le veo futuro. Para mí sólo existen dos posibilidades en estos momentos, y están enfrentadas entre sí. La batalla entre el islam y el capitalismo, el dios mamona. En el fondo en el islam siempre hay un resquemor contra los poderosos, en especial contra los Estados Unidos porque les han quitado todo, les expolian, les someten con su imperio de cañones y ejércitos. En ese odio a Estados Unidos incluyen a occidente, e incluyen al Dios cristiano. No veo salida a esa tensión porque es el dios del dinero frente a un dios violento que va a luchar contra él. Creo que éste sería, en cambio, un gran momento para vivir a Jesús, teoantropocéntrico, que se hizo hombre por la libertad y la justicia, por el bien. Pero no sabemos dónde está la vivencia del Dios cristiano, está desapareciendo, no está en occidente, desde luego.

¿Se está difuminando el peso de las religiones?

Sin duda. El islam es fuerte en África y en Asia también. Es una religión a vida o muerte, preconvencional porque sus convicciones son sólo para su grupo. El cristianismo en cambio sería posconvencional, para toda la humanidad. Es otra de las paradojas del islamismo, porque son monoteístas y predican su universalidad, cuando no es cierto. En este sentido el Dios cristiano está por encima y debería ser así, pero no lo estamos viviendo así, somos más comerciales cada vez. El cristianismo es la religión que más hemorragia de creyentes tiene.

¿Quién tiene la culpa de eso?

El cristiano que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

¿Y la filosofía? ¿Qué peso le otorga en la sociedad actual?

Le ha pasado lo que a la religión. Todas las luchas de la filosofía a partir del siglo XIX eran para acabar con Dios. Marx, Freud, Nietzsche, por citar algunos ejemplos, todos sostenían que para que el hombre viviera Dios tenía que morir. Pero la profecía del paraíso en la tierra cuando Dios desaparezca no se ha cumplido. Como decía una pintada del mayo francés que vi allí, 'Dios ha muerto, el hombre ha muerto y yo no me encuentro nada bien'. Pensaban que matando a Dios íbamos a tener un hombre puro, y nos encontramos que estamos en un estadio que no es ni teocéntrico ni antropocéntrico, sino egocéntrico. La situación es como la describía Marguerite Yourcenar: «Estamos como si los dioses paganos no se hubieran ido y el Dios cristiano no hubiera llegado».

Ni religión, ni filosofía... ¿Podemos confiar, al menos, en la política?

La situación política actual no es para nada aquella del militante que quería hacer una sociedad mejor. No creemos ni en Dios ni en una sociedad mejor. A ver quién se cree ahora que los políticos o los sindicatos son buenos, hay un gran nihilismo en ese sentido. Hemos descubierto que la política es un oficio para enriquecerse y no para hacer libertad, igualdad y fraternidad. Hablan de una edad moderna pero no hemos superado la revolución. Somos premodernos, salvajes. España es un país donde la clase política se sabe desprestigiada, y el futuro de Podemos es un futuro en el que muchos creen sin conocerlo. De hecho, muchos de Podemos ni siquiera alcanzan a saber lo que están promoviendo. Es triste, pero es la realidad. La gente no estudia, algunos de Podemos han sido alumnos míos y hay muchas cosas que desconocen, se mueven con un narcisismo enorme, son salvadores de ballenas, se hacen la foto salvando la ballena. Así andamos.

¿No cree en la política ciudadana?

Ojalá sea verdad que saben lo que hacen. Para mí es tan podrido lo existente que ojalá sea un procedimiento catárquico que se lleve a los partidos de hoy por delante como una riada. No confío en su ejercicio de poder si llegan.

¿Cree en la política?

Haría falta primero explicar mi posición. Creo en la abolición de la propiedad privada tal y como está en la actualidad. He estudiado marxismo y anarquismo y me muevo en los parámetros de aquel movimiento obrero. No me fijo en el pasado, pero he escrito mucho sobre cómo debería ser en la actualidad. No puede ser que el Fondo Monetario Internacional sea una cueva de expoliadores, y el Banco Mundial ya ni te digo. Tienen sometido y esquilmado al Tercer Mundo, África sólo existe para ellos como un territorio a expoliar. Si defino así mi visión política se me podría tildar de catastrofista, pero siempre he propuesto una sociedad personalista, llena de gente culta y razonable y me he movido siempre desde la perspectiva utópica de una izquierda no política. ¿Creo en la política de hoy? Lo que hay no vale, y lo que va a venir ojalá valga, pero me temo que no y que pronto claudicará. Es tan fuerte el poder del mal y del dinero multinacional que es capaz de hacer víctima a toda la Humanidad antes de cambiar las políticas económicas. En eso llevan algo de razón los islámicos.

Una sociedad personalista y llena de gente culta. ¿La clave está en la universidad?

La clave está en buena gente que sepa qué hacemos con las energías, si podemos mantener el gasto o si hacemos un desarrollo sostenible. Si podemos mantener el nivel de vida que hasta ahora, qué habría que hacer para sobrevivir, y digo sobrevivir no por encima de nuestras posibilidades, juntos, abriendo espacios y horizontes de realización. El capitalismo es imposible que haga la felicidad: cuando funciona bien crea marginalidad, cuando no funciona y no sabe lo que hace es el caos total. No es la solución, pero pocos quieren poner a dormir a un viejo de la calle en la habitación que tienen libre. Nadie quiere trabajar gratis por la causa, todos son pequeños villanos. Tengo 70 años, he visto muchas generaciones y nadie tiene un gesto de humanidad, condolencia o solidaridad, ni siquiera los que teorizan. Todo es abrir la boca y tragar, cuanto más mejor. Su vida es un desastre: no conocen a sus propios hijos, no saben cuántos hombres o mujeres han pasado por su cama, no tienen compromiso y no hablan del tú, sólo del yo. Este país está lleno. Yo viajo a menudo en avión y distingo a los españoles por lo sucios que van, lo mal que hablan y la mala leche con la que reciben indicaciones. Hay pueblos que celebran su identidad, los noruegos celebran ser noruegos. Aquí, ¿quién se enorgullece de ser español, más allá de la derecha más recalcitrante? España es una palabra que ofende a todos, hasta el punto de que muchos usan 'este país'.

En la educación de hoy tampoco está la salida, entonces...

No. Soy un contraeducador, con la que tenemos y con las que hemos tenido. Tenemos fábricas de hacer torreznos, no somos personas libres, ni críticas, ni solidarias. Todos luchamos por ser ingenieros, por tener un título, coger la pasta y salir corriendo. En Filosofía, mis alumnos estaban desanimados y vencidos de antemano, no dan batalla. Pensaban en que quizá encontrarían un chollo de tres meses en una gasolinera.

¿Hay esperanza?

Sí. Mi esperanza es absoluta, pero teologal. Viene de Dios. No es cardinal ni basada en las virtudes del hombre. Tal como veo al hombre, y salvo maravillosas excepciones, da un poco de vergüenza. Sólo quiere ser feliz sin importarle que los demás sufran.