La 'cara B' del socialismo

JAVIER D. BAZAGA (SPC)
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Desde la cautivadora sonrisa de Sánchez, el más perseguido por los objetivos en el Congreso Extraordinario del partido, a un Barreda 'atropellado' por la prensa, la cita regaló multitud de anécdotas al margen de las cámaras

SE REANUDA EL CONGRESO DEL PSOE CON LA VOTACIÓN DE SUS ÓRGANOS FEDERALES - Foto: J.J. Guillen

 
Si bien es cierto que la imagen del pasado sábado fue la del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, saludando con la mano en el pecho a las más de 3.000 personas que acudieron al Congreso extraordinario del partido, hubo muchas otras que no captaron los reporteros, que se esforzaban por inmortalizar el momento del abrazo del nuevo líder socialista con los distintos dirigentes de la formación. Tenían que tener la imagen de Sánchez con Susana Díaz, con Rubalcaba, con Felipe González. ¿Con Eduardo Madina? No, esa no se dio, pero también se buscó, sobre todo después de que el vasco reclamara más integración para la Ejecutiva Federal que configura el secretario general.
Sin embargo, puede que los objetivos no lo hicieran, pero las retinas sí recogieron multitud de instantáneas que no se verán en los periódicos pero que también otorgan identidad a este encuentro, como la de un José María Barreda, diputado nacional y expresidente de Castilla-La Mancha, arroyado completamente por la multitud de cámaras y periodistas que perseguían a Sánchez en el Hotel Audoturium de Madrid, cuando trataba de saludarlo.
El madrileño se movió por los pasillos como una auténtica estrella de cine. Todo el mundo quería una foto con él: delegados, invitados, amigos, curiosos. Y lo cierto es que no negó ni una sola, ni le falló la sonrisa que ha empezado a cautivar a buena parte del censo socialista. «Tiene muy buena imagen», aseveró una militante. Menos éxito tuvieron Rubalcaba y Elena Valenciano, que pasearon juntos durante unos minutos sin demasiadas solicitudes, signo de su irremediable desaparición de la escena pública. Como de costumbre, el evento permitió, además, explotar el merchandising socialista, con un puesto que, no obstante, debió vender más bien poco.
Ayer se redujo la intensidad de las peticiones al nuevo líder, aunque hubo quien solicitó que le firmara la acreditación del congreso. La imagen pasó a ser más sobre ruedas: las de las maletas de los miembros de las distintas federaciones que desfilaban de vuelta a casa. Maletas que echaron a correr a la misma hora que lo hacía Fernando Alonso para llegar a la estación de Atocha en Madrid.
Así, el hotel se fue vaciando para dejar paso a los trabajadores que desmantelaron todo el operativo. Y frente a las ganas e ilusión que Sánchez imprimió en su discurso de clausura, que, por cierto, comenzó con nervios, solo quedó algún que otro delegado dormido en los sillones de los pasillos, exhaustos por el esfuerzo, el mismo que ha hecho el PSOE por renovar su proyecto el pasado fin de semana.