Nueve de la mañana. Unos pequeños nudillos golpean en la puerta de la habitación de su hotel de Alcobendas. Comienza un día muy especial para Javier Bermejo. Sus hijos, Hugo, de cuatro años, y Jairo, de dos, han madrugado y han acudido sin dudarlo a despertar a papá. Es el último campeonato oficial del puertollanero, que después de muchos años en la élite, ha decidido dar un paso a un lado y dejar que el atletismo siga su curso impulsado por las fuerzas y la ilusión propias de los más jóvenes. A sus 36 años, el 18 veces campeón de España de salto de altura dijo basta, y lo hizo con un penúltimo gran gesto: permitir a este periódico compartir sus últimas horas como deportista profesional en el Campeonato de España al aire libre; La Tribuna tuvo el privilegio de acompañar al mejor deportista ciudadrealeño de todos los tiempos en su último día de competición, en el que se colgaba  del cuello la medalla de plata gracias a un espectacular vuelo de 2.20.

A pesar de esos 18 oros en los Nacionales y de haberse codeado con los mejores deportistas del planeta en dos Juegos Olímpicos, además de Mundiales y Europeos, Javi Bermejo insiste en que es un tipo normal, sin rarezas, manías ni amuletos. «Antes tenía bastantes, pero me las quitó todas mi psicóloga», reconoce. Se levanta, se asea, desayuna y le gusta dar un paseo con sus incondicionales seguidores, su mujer y sus dos simpáticos retoños. Mientras camina junto a ellos en un centro comercial (foto 1), no deja de saludar a otros atletas, que le desean suerte en su despedida.

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