Procesan a tres yihadistas, pero no les imputan las muertes

SPC
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El magistrado Andreu propone juzgar al trío de supervivientes de la célula por su implicación en los atentados de Barcelona, pero no ve indicios claros de su participación directa en los crímenes

Los tres supervivientes de la célula yihadista que en agosto de 2017 atentó en Cataluña matando a 16 personas e hiriendo a más de un centenar fueron procesados ayer por el magistrado de la Audiencia Nacional Fernando Andreu. El togado propone juzgar a Driss Oukabir y Mohamed Houli Chemlal por los delitos de integración en organización terrorista (pena entre seis y 14 años de prisión), fabricación, tenencia y depósito de explosivos (entre ocho y 15 años), y estragos en grado de tentativa (entre 10 y 15 años). A Said Ben Iazza, quien fue detenido meses después en Castellón, le atribuye el delito de colaboración en organización terrorista (sancionado con penas que oscilan de los cinco a los 10 años de cárcel). Sin embargo, a ninguno de los tres, que se encuentran en prisión provisional, les imputa por los 16 asesinatos, ya que no ve suficientes indicios para afirmar que tuviesen una participación directa. 

En su auto, Andreu explica que los tres supervivientes, junto a los siete presuntos islamistas radicales que resultaron muertos ( cuatro abatidos por la Policía durante el ataque en Cambrils; dos fallecidos por una explosión en su propio centro de operaciones en la localidad de Alcanar; y otro más, el conductor de la furgoneta que sembró el pánico en Las Ramblas, abatido durante su huída), formaron una célula criminal a partir de 2015. Según el juez, estos jóvenes de origen marroquí, residentes en el municipio gerundés de Ripoll, se conjuraron bajo la dirección espiritual del imán Abdelbaki Es Satty, muerto en la explosión del chalé de Alcanar, «para realizar uno o varios atentados de grandes dimensiones contra los considerados enemigos, es decir, el mundo occidental a fin de coadyuvar a la estrategia terrorista del Estado Islámico». 

El magistrado relata que, unos tres meses antes de actuar en Cambrils y en Barcelona, se convirtieron en un grupo «cerrado» que comenzó adquirir material y a fabricar explosivos y «al cual prácticamente ya nadie más tuvo acceso» y «les alejó de las personas que les rodeaban». Dentro de esa progresiva radicalización, en 2016, dos de los terroristas fallecidos expusieron al resto su plan para volar la emblemática basílica de la Sagrada Familia de Barcelona. Todos los presentes, según detalla el auto, «aceptaron dicha propuesta, impulsada por el extremismo religioso implantado por el imán Abdelbaki Es Satty». 

 En este punto, el juez recuerda el vídeo que grabó uno de los procesados, Mohamed Houli, el único superviviente de la explosión de Alcanar, en el que aparecen varios miembros de la célula fabricando los artefactos y anunciando un próximo atentado. También resalta las numerosas fotografías tomadas «en lugares susceptibles de ser objetivos de actos terroristas, como Port Aventura, la Plaza de Cataluña de Barcelona, la Torre Eiffel, la Torre Agbar de la Ciudad Condal, los estadios Santiago Bernabéu y Camp Nou o