Nada nuevo bajo el sol (de Lope)

M. Chaves
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RAKATá llenó la Antigua Universidad Renacentista de Almagro con su producción de 'El perro del hortelano' de Lope de Vega

Dos de los protagonistas de la obra. - Foto: Festival

Como comprenderán, a estas alturas de la película (o mejor dicho, de la obra) nadie va a venir a contar qué es El perro del hortelano o quién fue el gran Lope de Vega. Obviamente, todos conocen a la obra y al autor. Por eso, cualquier producción clásica como la que se subió al escenario el sábado en la Antigua Universidad Renacentista de Almagro durante una de las últimas noches del festival no tiene la obligación de descubrir al público nada sobre un texto genial, si bien, entre sus deberes se encuentra la (compleja) necesidad de hacer pasar un buen rato al espectador que se acerca hasta el festival almagreño.

Y no es que la producción de RAKATá dirigida por Laurence Boswell y Rafael Díez-Labín hiciese que el respetable pasase un mal rato, pero lo cierto es que tampoco trajo nada nuevo bajo el sol (en este caso de Lope). La obra fue correcta, algunos de los actores rozaron la brillantez en ciertos momentos, pero otros jamás terminaron por conectar con la gente, en pocos momentos se vislumbró empatía y, en muchos el aburrimiento pareció apoderarse de ellos tanto como lo hizo de cierta parte de unos espectadores que se movían demasiado en sus asientos buscando la comodidad en una noche demasiado calurosa que tampoco terminó de acompañar con los molesto móviles sonando incluso. En definitiva, las más de dos horas de este ‘perro’ representado en Almagro se hicieron largas, se llegaron a hacer sosas y, salvo ciertas gotas de humor bastante agradables, no acabaron de calar entre un público con muchas ganas de pasar un buen rato de teatro que premió con muchas risas los buenos momentos que dejaron personajes como Tristán (Alejandro Saá) o el marqués Ricardo (Julio Hidalgo).

Eso sí, otros como Teodoro (Rodrigo Arribas) desplegaron sobre las tablas de la Antigua Universidad un recital de profesionalidad, profundidad y destreza a la hora de deglutir el complejísimo texto de Lope de Vega. Algo que hizo de forma sencilla, agradable y amena. Si bien no fue la tónica predominante en el resto del reparto.

No obstante, en un festival de teatro clásico quizá la clave no sea aportar cosas nuevas ni hacer que el público descubra nuevos matices de los títulos más conocidos, pero lo cierto es que muchos de los corrillos que se formaron a la salida de la obra apuntaban lo que se escribe en esta crónica: muy poca punta se le sacó a El perro del hortelano.

Otro asunto a tratar es el de la duración; algo más de dos horas sin pausa en una noche como la del sábado se hacen complicadas para cualquier espectador, lo que viene a decir que mantener la atención (y más si la cita arranca casi a las once de la noche) termina convirtiéndose en un doble mortal carpado con tirabuzón. Una pena ante un clásico que todo el mundo debería ver de vez en cuando y que, en esta ocasión, no terminó de llenar, aunque quizá algún espectador sí saliese del recinto saciado de Lope, saciado de teatro y saciado de clásicos. Por cierto: los chicos de RAKATá hicieron doblete presentando El castigo sin venganza a las ocho de la tarde del sábado, un notable esfuerzo que también hay que valorar en la recta final del festival de Almagro que ayer se despidió hasta el año que viene.