Torra insiste en su ultimátum a Sánchez

SPC
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El líder de la 'Generalitat' recuerda al presidente que espera su respuesta a la petición de un referéndum antes de noviembre e invita a la desobediencia a ERC, que le exige responsabilidad

Ayer había una expectación enorme en los pasillos del Parlament. Todos los focos apuntaban al presidente catalán, Joaquim Torra, tras las 27 derrotas simbólicas del pasado martes en la Cámara regional. Yes que la cerrazón de Puigdemont, secundado por Sànchez, Rull y Turull, en insistir en la delegación de voto y no renunciar a su acta de diputado, ha provocado una fractura entre los dos socios del Govern. Muchos pensaban que el jefe del Ejecutivo autonómico iba a suavizar su discurso, pero nada más lejos de la realidad. Posiblemente alentado desde Waterloo, dio un paso hacia adelante en la deriva soberanista, aceleró la locomotora y volvió a dar un ultimátum a Pedro Sánchez, al tiempo que cargó contra Esquerra, que le respondió de forma enérgica. El divorcio es total.   

Eso sí, primero había que buscar enemigos, y el gerundense no tardó en encontrarlos:el Rey y el presidente del Gobierno. «La implicación de La Zarzuela y La Moncloa ha llegado a un grado de indecencia y de comportamiento mafioso». A su juicio, «hasta ahora, quien ha puesto en riesgo la cohesión y la convivencia catalana de manera irresponsable ha sido el Gobierno español», por lo que consideró ataques al autogobierno y presiones tras el 1-O para que empresas se marcharan de Cataluña, metiendo en el saco también a Felipe VI.  

«No hemos recibido ninguna respuesta a las peticiones que hemos hecho. Por eso dije lo que dije. Necesitamos que Pedro Sánchez antes de noviembre haga un gesto y diga si hay un referéndum», señaló con un tono amenazante, el mismo que empleó para decir que tiene «prisa» por liberar a sus compañeros en prisión. 

Además, sostuvo que PP, Ciudadanos, PSOE y Vox compiten para ver quién representa el «españolismo más rancio», para luego insistir en que la cohesión social depende de las condiciones de vida de la población, por lo que reivindicó la voluntad de la Generalitat de priorizar la agenda social, algo que no se ha hecho desde que llegó al cargo hace casi cinco meses.

Pero el president tenía munición para todos, incluso con su socio, Esquerra, que no quiso sacrificar al jefe del Parlamento catalán, Roger Torrent, y vulnerar la ley aceptando las exigencias, a 1.300 kilómetros de distancia, de Puigdemont. Así, reclamó a los republicanos «recuperar el espíritu del 1-O y de la declaración de independencia del 27». De este modo, les invitó a dejarse llevar por el espíritu de «desobediencia» que imperó tanto en la votación ilegal como en la DUI. «La mejor manera de reaccionar contra el Estado es con la unidad del independentismo. Que abandonen toda esperanza de que nos dividirán. Poner el foco en la autodeterminación», diagnosticó.