Un montaje que pone el acento en la palabra, sin duda la gran protagonista de esta obra de Edmond Rostand, y que rompe latrama con varios guiños al público que buscan potenciar el aire cómico de este drama romántico. A veces sólo se necesita eso para conseguir el aplauso del público, pero esto sólo se consigue si el elenco que está sobre el escenario da la talla.