Una voz manchega implicada en el Real

Diego Farto / Ciudad Real
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El cantante alcazareño Ángel Álvarez disfruta desde hace dos años de su condición de integrante del coro oficial del auditorio lírico más importante de Madrid, el Teatro Real

Te exiges a ti mismo lo mejor, siempre», afirma el tenor alcazareño Ángel Álvarez, que forma parte del coro del Teatro Real de Madrid. «Siempre intentas estar a la altura de tus compañeros y del resto de profesionales que están allí», insiste cuando se le pregunta que significa actuar en el escenario más importante de la música lírica en la capital de España.

Álvarez se declara impresionado por el edifico situado entre las madrileñas plazas de la Ópera y de Oriente, su lugar de trabajo desde que en 2014 se incorporara al coro titular del templo de la música lírica. El tenor alcazareño, que ha hecho compatible su carrera musical con los estudios de Arquitectura Técnica, señala en una conversación con La Tribuna «simplemente el ver cómo se desenvuelven todas las tareas con toda la gente que trabaja en el Teatro Real».

El cantante manchego desvela que el edificio que se inauguró hace casi 200 años en el histórico solar del Teatro de los Caños del Peral alberga en sus entrañas una compleja maquinaría técnica y humana, «hay gente a la que no ves nunca, que están metidos en los sótanos moviendo los escenarios. Es increible como una maquinaria tan grande puede estar articulada para preparar cualquier espectáculo». En otras de sus muchas plantas subterráneas menciona también las sastrerías o el área de trabajo de los diseñadores.

Antes de entrar en este coro, el tenor alcazareño tuvo algunas intervenciones como solista, algo que ahora tiene vetado por contrato. Pero en su caso señala que la diferencia entre una forma u otra de cantar «depende de la persona», puesto que hay quienes «tienen como meta dedicarse profesionalmente como solista y tampoco piensan en otras opciones que no sean esa», pero advierte que es muy difícil llegar a ese nivel, con lo que otros muchos cantantes se dedican profesionalmente a otras cosas, como profesor. En su caso reconoce que durante varios años estuvo trabajando de arquitecto técnico «y el canto era más bien algo que me gustaba hacer». Por lo que entrar en la plantilla del coro es la oportunidad de «poder dedicarme a lo que realmente me gusta». Álvarez, que se trasladó a Madrid de niño, por el trabajo de su padre, advierte que «me encantaría cantar en Alcázar, donde tengo a mi familia y muchos amigos».

Cantar en El Real, es también una labor ardua. En este sentido, Álvarez desvela que «cuando estamos haciendo un trabajo de lectura y de memorización de obras, que no tengamos ningún ensayo de escena o cosas que hacer en el escenario, siempre tenemos seis horas, tres por la mañana y tres por la tarde».

Pero la voz es el instrumento más delicado, puesto que «cuando acaba el concierto no puedes guardarlo en su funda como un violín», sino que se sigue usando a diario, por ello Álvarez señala que es necesario estar pendiente de cualquier detalle y cuidar el estado de forma para evitar enfermar porque «no es lo mismo cantar al cien por cien que setenta u ochenta por ciento».