El Rey: «Queremos una España alejada de la división y la discordia»

EUROPA PRESS
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Unidad. El Monarca asegura que el Estado de Derecho vigente es fruto de la «voluntad del pueblo»

CEREMONIA DE ENTREGA DE LOS PREMIOS PRÍNCIPE DE ASTURIAS 2014 - Foto: J.L. Cereijido

Felipe VI puso ayer en valor el Estado de Derecho vigente en España, que «no es fruto de la improvisación», sino resultado de la «voluntad decidida del pueblo español», que optó por constituir una democracia en la que «todos, ciudadanos e instituciones» estuvieran «sometidos por igual al mandato de la ley», durante su discurso en los Premios Príncipe de Asturias, la primera edición como Rey y la última con esta denominación.

Frente a las ansias independentistas por parte de algunos sectores en Cataluña, el Monarca aseguró que los españoles ya no son «rivales los unos de los otros». «No solo compartimos historia. Compartimos intereses y valores comunes; tenemos una misma voluntad de pertenecer a Europa, de ser Europa. Y sobre todo, compartimos sentimientos», señaló.

El Rey se mostró convencido de que «la comprensión, la consideración, el afecto y el respeto mutuos son sentimientos arraigados en el corazón de los españoles y compartidos de norte a sur y de este a oeste» del territorio. «Y todos esos sentimientos, ni los debemos olvidar nunca, ni mucho menos perder», insistió.

«Queremos una España alejada de la división y de la discordia», afirmó, recordando que en su discurso de proclamación, el pasado 19 de junio, ya señaló «el deber y la necesidad de garantizar, y al mismo tiempo de revitalizar nuestra convivencia».

Pero para «garantizar» esta vida en común es necesario «respetar» el marco democrático, pues es lo que permite «que todos los españoles puedan ejercer sus derechos, que las instituciones y los ciudadanos cumplan con sus deberes y asuman sus responsabilidades, y para que funcione ordenadamente nuestra vida colectiva».

Don Felipe hizo un llamamiento a la sociedad para que sea consciente de que todos debemos afrontar el futuro «con la fortaleza» que exige un mundo distinto que «camina hacia una mayor integración y no al contrario». Por ello, animó a trabajar «en un proyecto integrador, sentido y compartido por todos, y que mire siempre hacia adelante».

Pero también pidió mirar «con serenidad» nuestra historia en común, reconociendo sus «luces y sombras», aprendiendo de los «errores», y sintiéndonos «orgullosos» del progreso «conseguido con el empuje de todos, especialmente en las últimas décadas».

Sin querer caer en la autocomplacencia, Felipe VI reconoció que en la actualidad, la sociedad española «necesita referencias morales a las que admirar y respetar; principios éticos que reconocer y observar; valores cívicos que preservar y fomentar».

Proyectos de futuro. Porque es con ese «impulso moral colectivo con el que se puede y se debe hacer de España una nación ilusionada, llena de vida y propósitos; llena de ideas que merezcan la confianza de los ciudadanos; de proyectos que atraigan la mente y la voluntad de todos y conquisten sus corazones». Es así, como se podría alejar «el pesimismo y el desencanto de ciudadanos que demuestran,  una capacidad de esfuerzo digna de todo respeto».

En su discurso, uno de los más importantes que pronuncia Don Felipe a lo largo del año, el Rey elogió uno a uno a todos los galardonados.

El Premio de la Concordia a la periodista congoleña Caddy Adzuba permitió al Monarca llamar la atención en torno al «dolor» que está generando la reciente epidemia de ébola. Una crisis que «obliga a la comunidad internacional a concertar y comprometer más esfuerzos en la lucha contra el virus y su propagación mundial».

El Premio de Investigación a los químicos Avelino Corma, Mark E. Davis y Galen D. Stucky sirvió a Felipe VI para abogar por que España recupere «el máximo apoyo posible a la ciencia, porque ello es condición indispensable para avanzar y competir mejor, para nuestro prestigio y capacidad de ayudar a otros y, sobre todo, para nuestro propio bienestar».

Del arquitecto Frank Gehry, galardonado con el Premio de las Artes, el Soberano destacó «la visión artística y la belleza con las que lleva a cabo sus proyectos». Mientras que del historiador Joseph Pérez, Premio de Ciencias Sociales, subrayó que en sus análisis y estudios, «muy documentados, no da pábulo a supuestas verdades ni a verdades a medias, sino que busca siempre ser objetivo, equilibrado y alejado de los tópicos».

El Premio de Comunicación y Humanidades recayó este año por vez primera en un dibujante, Joaquín Salvador Lavado Tejón, Quino, creador de Mafalda y quien, a través de sus personajes, transmite «valores educativos universales» que nos recuerdan la necesidad de guiarnos siempre por «los mejores y más sólidos principios y valores», aseveró el Rey.

Del escritor irlandés John Banville, Premio de las Letras, el Monarca destacó las descripciones que elabora en sus novelas, a las que calificó de «retazos de arte con mayúsculas».

Acerca del Programa de becas Fulbright, promovido por el Gobierno de EEUU, apuntó que es un «instrumento perfecto para la paz».

En su discurso, y como ya hiciera el día de su proclamación, el Rey tuvo palabras de reconocimiento para su madre, la Reina Sofía, presente en el Teatro Campoamor, y cuyo apoyo «nunca» le ha faltado, ni a él ni a su esposa, Doña Letizia, en estos 34 años de vida de la Fundación Príncipe de Asturias.