El Perchel se entrega al palio de su reina

Diego Farto / Ciudad Real
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El Viernes de Dolores anticipa la Semana Santa con la presencia de la Virgen en las calles del barrio de Santiago

La salida de la procesión del Viernes de Dolores volvió a llenar las calles del barrio de Santiago de un público que disfrutaba del primer atardecer realmente primaveral del año. Lugares emblemáticos del recorrido como la calle Lirio, la plaza de la Inmaculada Concepción (conocida como Las Terreras), y por supuesto la plaza de Santiago reunieron a cientos de personas expectantes por contemplar el paso de una Virgen a la que se conoce por el apelativo del barrio, La Perchelera.

La comitiva la abría la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestra Señora del Prado-La Pasión. Detrás de la cruz de guía comenzaban las filas de mujeres alumbrantes, en primer lugar que las participan fuera de la hermandad, en su mayoría con atuendo oscuro y más cerca del palio las damas con mantilla que, a su vez, flanqueaban los cinco estandartes de los misterios gloriosos, el libro de reglas y la enseña principal de la Hermandad. Más cerca aún del paso caminaba la representación de las distintas cofradías que acompañaban al Hermano Mayor, José Antonio Martín-Portugués. Tras ellos cinco acólitos turiferarios abrían paso a la Virgen de los Dolores portada a costal. La representación de las autoridades la encabezaba en el guardapasos la concejala Lola Merino, aunque se esperaba que en algún momento del recorrido se incorporase la alcaldesa, Rosa Romero.

Las escenas de devoción por La Perchelera fueron numerosas, prácticamente en cada ocasión en que el palio se detenía, varias personas se esforzaban por tocar con sus dedos el trabajo en plata de los respiradores, mientras que las cámaras de fotos y los teléfonos móviles intentaban inmortalizar casi  cada giro y cada paso que daban los costaleros.

Del esfuerzo de los componentes de la cuadrilla da testimonio que uno de ellos tuvo que salirse del paso nada más comenzar por una lesión en la pierna con gestos de dolor físico y moral. Todo mereció la pena por acompañar a la reina del Perchel.