El Corral de Comedias abrirá esta tarde sus puertas para acoger el  homenaje que el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro rinde al iluminador Juan Gómez-Cornejo, y en su nombre «a todos los que forman parte de esta profesión». Así al menos es cómo el quiere entender este premio, tan necesario, dice, para que la gente conozca el trabajo que se hace desde la trastienda del teatro.  «El público ve lo que sucede encima del escenario, pero no es consciente de toda la gente que hay detrás implicada en un espectáculo. Por eso este reconocimiento a título personal es maravilloso, pero es especialmente importante a título profesional, porque da luz a este oficio. Vengo  a representar a una parte del teatro,  a los que estamos detrás».
  Sólo hay que hablar unos minutos con él  comprobar que tal vez no habría dado mal en el escenario. Voz grave, pausada y temple a la hora de hablar del mundo del teatro. Pero él decidió quedarse detrás y despuntó convirtiendo  la luz en su particular pincel y el escenario en un singular lienzo del que sale arte efímero. «Lo nuestro es arropar historias», asegura, incluyendo en este grupo a buena parte del equipo se encuentra entre bambalinas, escenografía, vestuario e iluminación.

 Un trabajo básico que puede «cambiar la lectura de una historia».