A Rusia a saldar cuentas

Nieves Sánchez
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Miguel Lavín tiene 9 años y participará este domingo en el Campeonato Mundial de Cáculo, después de quedar tercero en el nacional. El ábaco es el compañero de viaje de este niño de mente inquieta

A simple vista parece un niño tímido y ensimismado, pero en las distancias cortas Miguel no calla, argumenta sus respuestas y acompaña las palabras con sonrisas y gestos si de lo que se habla es del Barça, Messi y de matemáticas. En sus ratos libres juega al FIFA 18 en su Playstation 4, al fútbol de carne y hueso y entrena su mente durante 40 minutos al día para sumar, restar, multiplicar y dividir más rápido que nadie. También es el mejor defensa de su clase y el segundo mejor portero y las cuentas y el inglés son sus mejores bazas en el aula. Este niño inquieto y dicharachero es capaz de realizar 70 cálculos en 5 minutos o uno con cinco cifras en «2 ó 3 segundos como mucho».

Miguel Lavín Ciudad quedó el año pasado tercero en el Campeonato Nacional de Cálculo de Mallorca y este domingo 22 de julio estará en Moscú para saldar cuentas en el Campeonato Mundial, donde competirán 600 niños como él de todos los centros Aloha del mundo. Es el primer alumno del centro de Ciudad Real que compite a este nivel y hoy coge el avión con sus padres y su hermana pequeña destino a Rusia. No está nervioso por la competición, pero sí le dan respeto las cinco horas de avión y aunque su mente está puesta en quedar entre los mejores, no deja de penar en la fotografía que se hará en la Plaza Roja de Moscú.

El superpoder de Miguel está claro. «Todo el mundo tenemos algo que se nos da bien en la vida, en lo que destacamos, y en el caso de Miguel es el cálculo y lo ha descubierto muy pronto», cuentan Cristina Ciudad y Nano Lavín, los padres de este niño moreno, de ojos grandes y mente inquieta.

Miguel estudia en el CEIP Alcalde José Cruz Prado de Ciudad Real y es alumno desde hace dos años del centro Aloha y su programa educativo Mental Arithmetic, con el que entrenan en niños de 5 a 13 años capacidades intelectuales como la habilidad de cálculo con el ábaco, la concentración o la memoria fotográfica. Con un ábaco de nivel 6 de color verde y azul es como Miguel realiza operaciones matemáticas en cuestión de segundos. «En un año he subido al nivel 6 así que en dos años estoy en el nivel 10 que es el máximo», dice resuelto con su ábaco en la mano, un sistema ancestral que sirve para realizar operaciones aritméticas sencillas. Un cuadro de madera con bolas móviles con el que a partir de ahora quiere echarles las cuentas a los equipos de fútbol.

«Se nota que va más rápido mentalmente en las operaciones matemáticas y problemas de lógica y ha mejorado mucho en esas asignaturas pero sobre todo en la concentración y en estar más centrado», confiesa Nano. Cristina y él apuntaron a Miguel hace dos años al centro Aloha porque tenía falta de concentración y aseguran que en eso ha mejorado «una barbaridad», además de que disfruta aprendiendo y alcanzando nuevas metas. «Mi amigo y yo echamos carreras de cálculo y nuestra profe nos regaña porque dice que vamos demasiado rápido».

Miguel ya alterna cálculos mentales sin el ábaco físico, «con el imaginario». Su padre dice de él que es «impulsivo y competitivo», por eso de Rusia además de la foto en la Plaza Roja quiere traerse todo: un trofeo, amigos y una gran experiencia.