La escritora Almudena Grandes destaca la normalidad e incluso la alegría con que las mujeres de los presos republicanos acudían a las colas de cárceles en la posguerra, en espera de comunicar con sus maridos como «una forma de resistencia».

Grandes presenta esta tarde en el Museo López Villaseñor la novela Las tres bodas de Manolita, en un acto organizado conjuntamente por la librería Birdy y la editorial Tusquets.

La trama se desarrolla principalmente en Madrid, tanto en sus barrios, como en los alrededores de los penales de Porlier y Yeserías, además de en el campo de trabajo de Cuelgamuros y en el colegio bilbaíno de Zabalbide que acogió a hijas de presos.

Sin embargo, no es tanto una novela sobre lo que ocurría en el interior de las cárceles como sobre la vida que llevaban las familias de los presos. «Para mí ha sido fundamental leer algunos libros que recogen experiencias de mujeres de presos, como la de una chica de 21 años que iba a la cárcel a ver su marido», en la espera compartía la cola con otras mujeres y a su modo también hacían oposición, comenta. «A mí me encantó porque la historia de la resistencia antifranquista es masculina. La imagen del clandestino normalmente es un hombre con gabardina y sombrero».

Sin embargo, «la resistencia de las mujeres es muy importante», comenta antes de incidir en el espíritu de estas hijas, madres y esposas de presos. «Manolita lo que adquiere en la cola de Porlier es un amor por sí misma que no ha tenido nunca, una felicidad y una alegría».