Conexión terapéutica

Raquel Santamarta
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Las afectadas de cáncer de mama encuentran en el 'yoguilates', fusión del Yoga con el método Pilates, el camino para equilibrar cuerpo y mente • En Amuma, 24 mujeres ya han descubierto sus beneficios

La fusión del Yoga con el método Pilates es el entrenamiento más completo y efectivo para lograr el equilibrio interior y conectar cuerpo y mente, meditación en movimiento. Y, en el caso del cáncer de mama, una enfermedad que va a afectar a una de cada ocho mujeres a lo largo de su vida, se revela como «una actividad física ideal», según el Geicam, el Grupo Español de Investigación del Cáncer de Mama. «Es muy beneficiosa», no duda en asegurar Ana Ruiz, fisioterapeuta en la Asociación de Mujeres Afectadas de Cáncer de Mama y Ginecológico de Castilla-La Mancha (Amuma), donde, tres días a la semana imparte 'yoguilates', una disciplina que actualmente llega 24 mujeres.

«Yo no podría estar trabajando si no fuera por esto», precisa Mari Paz Infante, superviviente de cáncer de mama. Hace seis años, y después de cuatro sin acudir a las revisiones rutinarias, le diagnosticaron un tumor en el pecho en estadio II que le llevó a modificar su manera de vivir y de ver la vida. En las clases de Ana Ruiz ha aprendido a descargar su mente de pensamientos negativos. «Te serena», pone de relieve sobre una terapia que, en sus propias palabras, «es buenísima para mantener el contacto entre nosotras y dar testimonio a las que vienen». «Para mí fue muy importante», subraya.

Eloisa Moreno ha sido la última en llegar y, según confiesa, les está «viniendo de perlas». Se unió al grupo antes de Navidad, en plena quimioterapia (el último ciclo de un total de 16 le fue administrado el 21 de enero), y no se arrepiente. Para ella el Pilates no era nuevo. Tres años antes, a consecuencia de sus hernias de disco, decidió apostar por un método -que su inventor denominó 'contrología'- para fortalecer su musculatura profunda, «la que da estabilidad a todas las articulaciones. Pero ahora, con el cáncer de mama aún amenazante (está pendiente de someterse a cirugía y radioterapia), Eloisa ha encontrado en esta disciplina un significado más profundo.

«Las continuas pruebas médicas a las que se someten les genera mucha ansiedad en forma de miedos y preocupaciones que somatizan reflejándose en la columna vertebral», explica Ana Ruiz. Así, la mayoría de estas mujeres sufren cefaleas, rigidez cervical, vértigos y contracturas. Problemas que ayuda a solventar con ejercicios lentos, pero conscientes. «Se debe acompasar la respiración con los movimientos», señala antes de iniciar una clase en la que, a modo de danza silenciosa, realizan una secuencia de posturas o asanas. «Estamos aquí y ahora», les recuerda Ana, también experta en acupuntura.

«en una nube». Pepi Calle ya formaba parte de la familia de Amuma cuando Mari Paz Infante aterrizó en ella. Es la veterana. «En enero hizo siete años del diagnóstico», expone señalando las bondades del 'yoguilates'. «Vienes agotada, sin poder mover ni un brazo, y sales en una nube», confiesa. Pero, más allá de lograr la ansiada relajación, destaca la relación que se establece entre compañeras. «Nos entendemos las unas a las otras», según afirma una mujer más que dispuesta a «ayudar a quien lo necesite ahora». «Estar en casa, tumbada en el sofá, no te beneficia ni física ni anímicamente», sostiene.

Tumbadas boca arriba, activan  los chakras, los siete centros energéticos que actúan como transmisores de energía, y conectan conectar con la Madre Tierra, con el universo. Después, con las piernas flexionadas, alzan sus manos hacia  el techo mientras llevan a cabo ejercicios encaminados a «reforzar la cintura escapular y la pélvica». Y la columna vertebral lo agradece. Y es que la fusión del Yoga con el método Pilates ayuda a prevenir la osteoporosis, una epidemia silenciosa que afecta a cuatro de cada diez mujeres por encima de los 50 años y que, en el caso de las afectadas de cáncer de mama, se acentúa por la quimioterapia y por la inducción temprana de la menopausia debida al tratamiento.

Pero, además, combinado con el drenaje linfático manual (DML), disminuye la probabilidad de aparición del linfedema, una secuela que pasa por la inflamación del brazo debido a la acumulación de líquido linfático en los tejidos adiposos y que puede mermar su funcionalidad. Todo son ventajas.