Afammer pide un «impulso firme» a la titularidad compartida

Raquel Santamarta
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Carmen Quintanilla hace un llamamiento al Gobierno para que las mujeres «tengan su sitio» en las explotaciones, así como en las cooperativas y organizaciones profesionales agrarias

Afammer pide un «impulso firme» a la titularidad compartida - Foto: JUAN LAZARO

En España, más del 70 por ciento de los titulares de explotaciones agrarias y ganaderas son hombres. Por ello, y con el objetivo de «romper la barrera de la masculinización del campo», la presidenta nacional de la Confederación de Federaciones y Asociaciones de Familias y Mujeres del Medio Rural (Afammer), Carmen Quintanilla, solicitó ayer que las mujeres «tengan su sitio» en el campo con el «impulso claro y firme» a una Ley de Titularidad Compartida que, desde su aprobación en el año 2011, no ha tenido el eco esperado.

Durante la lectura de las conclusiones del II Congreso Internacional La voz de las Mujeres Rurales en el Mundo, cuya clausura contó con la presencia de la reina Letizia, Quintanilla hizo un llamamiento al Gobierno de Pedro Sánchez para que, de la mano de las comunidades autónomas, la normativa sea «una realidad» que permita a las féminas avanzar en un terreno que es aún de hombres. «Las mujeres no están representadas tampoco en las organizaciones profesionales agrarias ni en las cooperativas que vertebran nuestros pueblos», lamentó reivindicando su participación y liderazgo en unos consejos rectores en los que «apenas suman un 2,7 por ciento».

La presidenta de Afammer, que reunió a más de 800 mujeres rurales en este foro multicultural celebrado en el Hotel Marriott Auditorium, centró su intervención en una agenda 2030 que, en sus propias palabras, marca un total de 17 objetivos para «erradicar la pobreza» y «favorecer un desarrollo sostenible e igualitario». «Es un momento muy importante que abre una puerta a la esperanza de las mujeres en el mundo, porque recoge un mandato, más allá de los gobiernos de los países que forman parte de Naciones Unidas, a las empresas, ONGs y, en definitiva, a una sociedad civil que debe comprometerse», según precisó.

Quintanilla, que agradeció a la reina Letizia su «compromiso» y «solidaridad» con las mujeres rurales para «recorrer un camino que es largo», recordó que «este segundo congreso parte de un primero en Ciudad Real en 2015, en el que se cerraron unos objetivos de desarrollo del milenio incluidos en la IV Conferencia Mundial de la Mujer de Pekín de 1995». En este sentido, tres años después, quiso incidir en los cinco ejes centrales de la agenda 2030: planeta, personas, prosperidad, paz y alianzas, denominadas en inglés como las cinco ‘P’: planet, people, prosperity, peace and partnership.

Enmarcado en el 40 aniversario de una Constitución que es sinónimo de «concordia, democracia y libertad», este II Congreso Internacional La voz de las Mujeres Rurales en el Mundo ahondó en los objetivos de desarrollo sostenible número dos (hambre cero), cuatro (educación de calidad), cinco (igualdad de género) y ocho (trabajo decente y crecimiento económico). «Todavía soportan la discriminación», aseveró Quintanilla haciendo hincapié en que «pese a alimentar al mundo, solo poseen el 1% de la propiedad de la tierra sin reconocimiento social ni económico».

productoras y cuidadoras. «La seguridad alimentaria se garantizará con políticas inclusivas», aseguró la presidenta nacional de Afammer al hablar de unas mujeres «productoras» que también se revelan como las «cuidadoras» de un planeta que tiene ante sí el gran reto del cambio climático. «Es clave garantizar una educación de la que están privadas 50 millones de niñas en el mundo», señaló en el marco de una apertura de miras en la que también se debe apostar por su futuro, «digno y libre de violencia con el acceso a la justicia», en unos pueblos que necesitan servicios, infraestructuras y nuevos nichos de empleo para luchar contra la amenaza de la despoblación.

Por último, recordó, parafraseando al secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, que «el empoderamiento de las mujeres y las niñas es la única forma de proteger sus derechos y garantizar que puedan alcanzar todo su potencial». «El futuro del medio rural depende de ofrecerles oportunidades a ellas y sus familias», apostilló dejando claro que «el trabajo es el pilar de la igualdad, la libertad y el poder para liderar nuestras vidas».