Narea plantea un 'Don Juan' terrible sin secundarios

D.F.
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El Teatro Quijano tuvo una función matinal para jóvenes y otra por la tarde para el público general

Narea plantea un 'Don Juan' terrible sin secundarios - Foto: Tomás Fernández de Moya

La compañía Narea representó ayer en Ciudad Real su Don Juan, la sombra de Inés ensangrentada, un montaje que toma el mito del Tenorio para cuestionarlo de arriba a abajo. El Teatro Quijano acogió ayer dos funciones de este montaje, la primera matinal, destinada a estudiantes de instituto, que tuvo como espectadores a uno 600 jóvenes; y la segunda ya de tarde para el público general, con menos aforo cubierto.

La puesta en escena busca acercar la historia a los chicos de hoy en día, con lo que la referencia al drama de capa y espada brilla por su ausencia. La acción se traslada al siglo XXI: las tabernas del siglo XVI son modernas discotecas de luces estroboscópicas y las huidas ya no son entre los callejones en penumbra de la Sevilla del Siglo de Oro sino bajo las estridentes luces de una autopista. Pero si los textos clásicos desde El Burlador de Sevilla en adelante despliegan un buen número de personajes secundarios que contribuyen generosamente a la definición de Don Juan como un mito (El comendador, Ciutti o don Luis Mejía), la réplica construida por Llanos Campos, la autora de este texto, deja a Juan e Inés, solos en escena.

De esta forma la representación desnuda el artificio en torno a un Don Juan (Alvar Vielsa) duro y áspero, obligado a mirar de frente a Inés (Silvia Garal), la mujer sobre la que ejerce su dominio mediante la manipulación, el desprecio, el control y todas las estrategias que son antesala de la violencia física, pero no están desligada de ella.

La ausencia de secundarios es clave, puesto que en los Tenorios canónicos son ellos los que construyen la excusa fundamental del drama, el papel del arrepentimiento y el perdón en la salvación del personaje, una cuestión que en la visión de Narea y de Llanos Campos se disipa para centrarse exclusivamente en la relación entre los personajes.

Con un escenario mínimo, dos pantallas, una cama, un perchero y ocasionalmente una moto, el clima agrió de violencia va llenando el escenario hacia un final que no puede ser más que la muerte. Pero esta vez no hay un fantasma que de voz a una estatua para que responda al arrepentimiento del asesino, ni tan siquiera el gesto de volver sobre sí su pistola puede ser convincente.

En la sesión matinal, tras la puesta escena el director de escena César Alcázar, salió a saludar a los espectadores e iniciar un diálogo con ellos, al que se fueron sumando los restantes integrantes del elenco, en una charla que derivó hacia las sutiles formas de violencia psicológica que configuran una relación de pareja desequilibrada.

Antes de iniciarse a esta función la concejala de Educación, Nohemí Gómez-Pimpollo, acudió al teatro para conversar con los integrantes de Narea, al tiempo que transmitía un mensaje en contra de la violencia de género.

Al mismo tiempo, insistió en la necesidad de trabajar «por la educación en valores para toda las edades, hoy (por ayer) para alumnos de secundaria, para incorporarles en la lucha contra la violencia de género en cualquier contexto. Y hacerlo de la mano de Narea con esta obra, tiene un componente artístico que les va a resultar muy impactante a los asistentes, por el modo en el que tratan el tema y podrán hacer un coloquio con los actores, que viene a redundar desde muchas áreas en un tema que es de interés para toda la ciudad», apuntó.