El Resucitado también se queda en el templo

Raquel Santamarta
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La lluvia volvió a ser la gran protagonista el Domingo de Resurrección • Los pasos, que no pudieron salir de la Catedral, serán trasladados hoy • Algora habla de la presencia de Dios

Miembros de la Santa Cena y Pilatos abandonan la Catedral en la mañana de ayer./ - Foto: PABLO LORENTE

El agua caída desde la ocho de la mañana de ayer frustró otro día grande en el que el objetivo era cantar la victoria de Cristo sobre la muerte. La comunidad cristiana se vio obligada a vivir el Domingo de Resurrección en el interior de la Catedral, donde los fieles pudieron contemplar los pasos y rezar a sus titulares, porque el mal tiempo volvió a empañar la jornada dejando a  las calles de la capital huérfanas de procesiones. Y es que a las doce estaba previsto el inicio de un cortejo, el más alegre de todos, en el que participarían las 24 cofradías de Ciudad Real con la Hermandad del Ecce Homo, popularmente conocida como Pilatos, a la cabeza y la presencia de la alcaldesa, Rosa Romero. De nuevo lo que pudo ser y no fue.

Con las túnicas arremangadas y protegiéndose con los paraguas, los cofrades iban llegando por goteo a la Catedral minutos antes de las doce con las esperanzas destruidas después de mirar con temor a un cielo que solo ha dado tregua el Jueves y el Sábado Santo. La imposibilidad de salir era más que evidente. «La Hermandad de la Flagelación, de la que soy hermano mayor, salió por primera vez el 27 de marzo de 1991 y, desde entonces, el 27 de marzo de 2013 ha sido el único día que nos hemos tenido que quedar en casa», señalaba el presidente de la Asociación de Cofradías, Emilio Martín Aguirre, dando cuenta de un balance de la Semana de Pasión muy pobre. «Solo han podido procesionar ocho», según recordaba. Así, lanzaba un deseo para el próximo años: «Que el sol nos acompañe».

La junta de gobierno de Pilatos decidía que no se saldría a la calle por culpa de la lluvia,  que volvió a convertirse en la protagonista no invitada. «Sé que teníais mucha ilusión por llevar a la Virgen», le comentaba Vicente Castillo González a unos costaleros con las caras largas, los sentimientos desbordados y los ojos acuosos. De este modo, acordaban quedar hoy, a las nueve de la noche, para trasladar  al guardapasos de la calle Quevedo al Misterio de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo -cuya imagen principal, rodeada de claveles rojos y tomillo, ha sido recientemente restaurada por Raquel Racionero- y a Nuestra Señora de la Alegría -que lucía radiante con rosas y lilium blancos-.

«algo especial». «Este año era algo especial, porque nuestra forma de portar los pasos es a dos hombros. Los ensayos habían salido muy bien y esto es una lástima, porque estábamos convencidos de que iba a ser muy bonito», confesaba Castillo González, quien fuera durante casi dos décadas hermano mayor de la Hermandad del Ecce Homo. (Más información en la edición impresa)